El exvicepresidente Lenín Moreno.

El movimiento (en) Alianza PAIS

Los oficialistas confían en lograr que los ‘números Moreno’ prevalezcan sobre la alta venia interna para Glas.

Dos velocidades. La postura oficial de Alianza PAIS es común. Su repertorio de frases se recicla: “somos orgánicos”, dicen; “no hablamos de candidatos”, repiten; “lo que diga la convención nacional”, prometen como su carta de presentación. Es la imagen de un movimiento que ha salido a explicarse como un espacio en el que “no existe división”, según respondió el legislador verdeflex Mauro Andino (morenista confeso) a las consultas de la prensa sobre una fracción visible en el interior del oficialismo.

La postura personal en Alianza PAIS, sin embargo, lleva otro ritmo. Y aunque organizados desde esta semana para evitar los pronunciamientos con nombres propios, comienzan a dar señales públicas de preferencia por alguno de los principales opcionados a la sucesión: Lenín Moreno y Jorge Glas, tal y como EXPRESO pudo recoger en tres docenas de entrevistas con altos representantes de la formación.

La negación de facciones preelectorales en el movimiento resulta difícil de conjugar con las declaraciones a título personal, en las que Moreno encabeza la favorabilidad de los consultados. Es su apellido el que lleva, a juicio de sus compañeros, el peso del futuro político.

Las cuentas no generan sorpresa en el interior de PAIS, donde representantes como Miryam González (Loja) afirman que se trata “de una opción que gana peso a nivel nacional”.

“De cada 10 con los que consultamos, ocho están a favor de Lenín”, recuenta González. Una referencia que María Augusta Calle (Pichincha, presidenta de la Comisión de Exteriores) corrige en una frase: “No solo en el bloque PAIS, sino en el movimiento”.

Desde fuera aquello puede resultar evidente hasta en los detalles. El exvicepresidente es siempre llamado “Lenín”, con cercanía. Mientras que el actual, con más distancia, solo es “Glas”.

Esos números internos por descarte dejan al encargado de los sectores estratégicos, de momento, con Marcela Aguiñaga, vicepresidenta de la Asamblea y directora del movimiento en Guayas, y otros pocos (pero altos) representantes como los únicos públicamente a su favor.

Una relación de fuerzas que conduce a la formación verdeflex a un dilema político claro: ¿y si fuera Glas el ungido y no Moreno? ¿Y si el respaldo del actual vicepresidente entre las voces mayores superara al de su antecesor? ¿Sería ese un PAIS dividido, con malestar?

“Me imagino que sí”, responde a este Diario Octavio Villacreses (Guayas), uno de los legisladores que reservan su postura pública. “Porque irnos en contracorriente del mejor opcionado sería inconsecuente”, asegura el exconcejal guayaquileño, para quien la clave de la decisión del movimiento no gira solo en torno a las encuestas que hoy, apunta, ya tienen un favorito; sino sobre “el derecho (del candidato a Carondelet) a decidir con quién acompañarse como binomio. Como lo hizo Rafael Correa en su momento”.

Esta última resulta una preocupación creciente en el partido de Gobierno, sobre todo en el Grupo de los 38, como se conoce a los legisladores que no podrán reelegirse en 2017 tras haber cumplido dos períodos. “Son compañeros que se han ganado un espacio y una voz que tiene peso”, dice uno de ellos, también desmarcado de la presión de aspirar a una nueva candidatura, antes de citar algunos nombres: Rosana Alvarado, Virgilio Hernández, Mauro Andino. “Creo que van a ser determinantes a la hora de la definición. Y seguro aspiran a fortalecer al movimiento, sin preocuparse por seguir o no la línea que marque el presidente”, manifiesta.

Después de todo, la voz cantante sigue siendo la del presidente de Gobierno y del partido, Rafael Correa, cuya inclinación por la sucesión se sospecha pero no se confirma. De su decisión dependerá, en gran parte, el peso de la balanza. Y aunque para algunos, como Gastón Gagliardo (Guayas), resulta “apurada” la toma de posiciones ante la ‘Y’ política, pues el futuro del movimiento debe debatirse; para otros, en cambio, el debate es un sinsentido y, en palabras de Liuba Cuesta (Guayas), basta con mantener el compás de espera hasta escuchar la “única” vía posible: “la que decida nuestro único líder, Rafael Correa. Él deberá disponer”.