Treinta y cinco mil personas coreando el nombre de su equipo y del país. Gritos que retumban en cada acción dividida, aplausos sonoros en cada acierto y silencios prolongados en los errores. Sin duda, un ambiente que puede intimidar a cualquiera, sobre todo a quien no está acostumbrado a tanto.

Pero, los jugadores de Independiente del Valle -con un promedio de edad de 24 años- lo pusieron de su lado. Mostraron un fútbol rápido, especialmente por los costados, y consiguieron una ventaja de dos goles para la revancha contra River Plate de Argentina, por los octavos de final de la Copa Libertadores de América.

Este rendimiento no sorprendió al cuerpo técnico. Los integrantes del Independiente reciben preparación psicológica para aprovechar estos momentos desde que están en las divisiones formativas.

Y el entrenador Pablo Repetto reforzó esa preparación antes del juego. “Dije a los chicos que cuando entremos a la cancha debíamos estar felices porque íbamos a estar con un estadio lleno de gente que se siente orgullosa de ser ecuatoriana y que nosotros logramos juntar a esta gente solidaria. Era la meta que teníamos: jugar y que el público disfrute”.