Sobrevivencia. La venezolana María Laura Torres, que expende jugos en la calle, llegó hace 15 días a Guayaquil.

Los migrantes venezolanos se vuelcan a las ventas callejeras

En el último mes, por el puente internacional de Rumichaca (Tulcán) entraron unos 15.000 venezolanos. A su salida de Colombia dijeron que se dirigían a Ecuador, Perú y Chile.

Cada vez son más, miles, los venezolanos que llegan a Ecuador para quedarse a cumplir el sueño de mejores días, huyendo de la pobreza, la criminalidad y la convulsión política en su país.

En el último mes, por el puente internacional de Rumichaca (Tulcán) entraron unos 15.000 venezolanos. A su salida de Colombia dijeron que se dirigían a Ecuador, Perú y Chile, que son los tres países sudamericanos que más migrantes venezolanos han recibido en el último año.

¿Cuántos se han quedado? Basta recorrer Guayaquil para saber que son muchos los que están ahora en las calles de la ciudad, buscándose la vida en el comercio informal para sobrevivir. Muchos han llegado con toda la familia.

Sus historias tienen mucho en común: son jóvenes no mayores de los 30 años, estudiantes o egresados universitarios y salidos de ciudades grandes como Caracas, Maracay, Mérida y San Cristóbal. Llegaron por vía terrestre, haciendo transbordos. La mayoría de ellos tiene el estatus de ilegal. El norte de Guayaquil es el sector que han buscado para vivir. Con el propósito de optimizar gastos, se juntan dos o más de ellos para pagar el alquiler de un departamento o una habitación.

Ninguno quiere saber de regresar a Venezuela, porque dicen que la situación en su país “está dura e insostenible”.

Las expectativas, según cuenta Yerison Hernández, oriundo de Charallave, son sobrevivir en “esta tierra que nos ha acogido hasta que los días en mi país sean mejores”.

“Regresar ahora no es posible. Acá he encontrado gente que me brinda su apoyo y eso me ha ayudado a superar la tristeza por mis dos hijos que quedaron allá”, confiesa Esmeralda Gelvis, de 27 años y madre soltera, que consiguió una vacante en una panadería, tras seis meses de permanecer en el desempleo.

La mayoría de ellos encontraron en el subempleo la forma de sobrevivir. Han escogido las vías principales de la urbe, sobre todo del norte, para vender jugos de frutas y arepas. Los que tuvieron más suerte han logrado emplearse en restaurantes y otros negocios donde ganan el básico.

“Nunca imaginé verme vendiendo refrescos en la calle. Mis padres quedaron en Venezuela y saben cómo me estoy ganando la vida acá, pero están conscientes de que esto me ayuda a sobrevivir”, testimonia María Laura Torres, de 20 años, quien llegó de Mérida a inicios de julio. Ella y su prima Rossana Avendaño, también venezolana, ofrecen las bebidas a los conductores en una esquina de Sauces 6.

La ruta

Rumichaca, el puente de los atascos

En los primeros seis meses de este año, Colombia registró el tránsito por su territorio de 56.000 venezolanos que dijeron que su destino final era, en unos casos, Ecuador y, en otros, Perú y Chile. Estos dos últimos países les han ofrecido visas de trabajo.

La cifra diaria pasó de un promedio de 300 en el primer semestre a 600 en el último mes, cuando se contabilizó el tránsito de 15.000 personas.

Desde el lunes pasado, los ingresos crecieron más y provocaron congestión y reclamos entre los viajeros en el lado ecuatoriano. Una situación similar se vivió en la frontera colombo-ecuatoriana en agosto de 2016, cuando miles de cubanos intentaban entrar a Colombia, por el puente Rumichaca, para continuar su ruta hacia Estados Unidos, pasando también por Panamá y otros países centroamericanos.

MIGRANTES

Marco Porras, 28 años

Vendedor de arepas. En Caracas tenía un almacén de electrodomésticos. Llegó a Guayaquil hace tres meses. Vive con su esposa en Sauces 1.

Rossana Avendaño, 25 años

Vendedora de jugos. Oriunda de Mérida, donde estudiaba Contaduría Pública. A inicios de julio arribó a Guayaquil con su esposo y 6 primos.

Yerison Hernández, 23 años

Egresado en Informática, hoy empleado en una panadería. En febrero pasado salió de su natal Charallave. Vive con su mujer en Las Orquídeas.

Natalia Oropeza, 20 años

Empleada de un restaurante. Estudiaba Idiomas y trabajaba en una oficina contable en Caracas. Llegó hace un mes y vive en la Martha de Roldós.