Actualidad

Miedo de Guayaquil, una responsabilidad de todos

La percepción de inseguridad ha cambiado los hábitos de la ciudadanía. Expertos apuntan a proyectos integrales en los que participen varias instituciones.

Referencial. El miedo se percibe en cada rincón de la urbe porteña.

El miedo a la inseguridad está en todos lados. En el bus, cuando se suben informales y le juran que no pasará nada si colabora; en los semáforos, cuando alguien lo espera para casi obligarlo a acceder a que le limpie el parabrisas; en las peatonales, cuando escucha pasos con una prisa no convencional detrás de usted; en las avenidas, cuando oye una moto; en el del taxi, cuando el chofer le pide guardar el celular, y, entre otros tantos lugares, en las redes sociales, cuando se horroriza al ver aquellos virales de robos que captan las cámaras de seguridad.

Las cifras socializadas, que aseguran que el último año hubo un incremento de robo a personas del 8 % en Guayaquil, y la sobreinformación sobre el tema de la inseguridad en medios y redes sociales, acrecentaron el temor a ser asaltados en muchos ciudadanos. Han cambiado su estilo de vida y unos tantos llevaron el miedo a niveles tan altos que prefieren simplemente no exponerse.

Uno de estos últimos casos es el de Irene Muñoz. Hace algunos años le robaron tantas veces en Guayaquil que decidió cambiarse a Quito; pero por temas de estudios debió regresar y hoy afirma sentirse ahogada en una urbanización de Los Ceibos, de la que prefiere no salir para huir del peligro.

Luis Tomalá, en cambio, modificó las rutas habituales hacia su trabajo y colegio de su hija, implementó cámaras de video en su casa en Mucho Lote 2 y se organizó con los vecinos para estar alertas ante alguna situación sospechosa.

Guayaquil le teme a Guayaquil. Pero esta sensación no solo deviene de las realidades ya conocidas, sino de cómo estas son captadas por los receptores, explica la antropóloga experta en comunicación Karen Andrade, catedrática de la Universidad Central.

Si bien una gran parte del miedo es provocado por la injusticia, otro tanto es consecuencia de la modernidad. La percepción sobre la seguridad es manejada por los canales de información formales e informales. Está lo que se dice, por coyuntural, pero hay muchas cosas que no se dicen, cosas atroces que pasan en el resto del país y que no tienen atención de nadie, critica.

También pone la responsabilidad en la internet. “El uso de las redes genera una percepción de terror y esta sobreexposición de información tiene como consecuencia a gente sumida en el miedo”.

Al respecto, el sociólogo Andrés Martínez Arrata explica que la sobreinformación de delitos es determinante cuando el miedo toma fuerza. Un delito que se graba en video, pero que se repite una y otra vez en distintos medios, horarios y plataformas genera una reacción psicológica que apunta a la intranquilidad. “Es importante tomar medidas de protección, pero es necesario no caer en la paranoia”, aconseja.

Los grupos involucrados en el problema también son afectados, añade por su parte la socióloga Ninfa Suárez, experta en proyectos sociales. Esta magnificación de los eventos delictivos llega como mensaje equivocado a los delincuentes y los incentiva a no cesar sus fechorías y cala hondo en los agentes de la Policía, que ven nulos sus esfuerzos en la lucha contra la delincuencia.

Un experto en el tema es Freddy Rivera. Fue coordinador del posgrado en Seguridad, Política y Democracia del Instituto Nacional de Defensa INADE del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas del Ecuador, ha ocupado varios cargos públicos en áreas de seguridad, es doctor en Sociología y catedrático de la Universidad Central.

Explica que los miedos a la inseguridad se derivan de amenazas de gente que los asume como reales, potenciales o fácticos, pero es necesario preguntarnos qué actor institucional construye la figura del miedo y para qué lo hace. “Las estadísticas de actos delictivos suelen tener una sola fuente, pero tres o cuatro interpretaciones con aciertos y errores. Salir a exponer con un tono de alarma estas estadísticas desde un cargo público es querer incendiar la ciudad”, observa.

Bajo este esquema, el miedo es real, reconoce; pero hay que ir a las causas y no al fenómeno. La debilidad institucional que se palpa desde varios sectores, como el judicial, la falta de políticas públicas adecuadas, el poco equipamiento humano y técnico de la Policía y la urgencia de no politizar el tema de la inseguridad, deben estar primeros en la lista en el plan macro para mejorar el escenario actual.

No nos damos cuenta, pero esta sobreexposición afecta gravemente al sector turístico. Y deja la imagen de la ciudad por los suelos, advierte la experta, y señala que hacia donde se debe apuntar para disipar esta sensación es a la acción efectiva de las autoridades, que deben trabajar de manera integral, advierte por su parte la socióloga Ninfa Suárez.

Pero no todo atañe a servidores públicos que están estrictamente ligados a la seguridad. Desde el gobierno local se pueden hacer proyectos que mejoren la interacción humana para disipar el miedo, e instar a reducir la desigualdad social, observa la planificadora urbana Rosa Edith Rada.

El miedo seguirá en todos lados, a fin de cuentas, si no hay un trabajo interinstitucional serio y comprometido que mejore las condiciones de vida de los guayaquileños, concluye.

Turismo

La generalización de la sensación de miedo, deja la imagen de la ciudad afectada. Ese temor a los incidentes se retroalimenta de la impresión de falta de respuesta oficial.

“La regeneración del Santa Ana puede ser ejemplo”

El arquitecto y planificador Felipe Huerta, insta a pensar en el cerro Santa Ana como ejemplo en temas de seguridad, pues no todo es responsabilidad de la Policía.

La competencia del Municipio en temas de ordenamiento permite tomar acciones que de alguna manera incidirían eficazmente en frenar los delitos en determinadas zonas.

Él participó en la regeneración del Santa Ana, altamente delictivo antes de la obra. Recuerda que se planificó por etapas, no solo en lo urbanístico-arquitectónico, sino que se investigaron y analizaron las posibilidades de pequeños emprendimientos.

Los negocios surgieron con la reglamentación de uso del suelo, adiestramiento y seguridad ciudadana. La mayoría prosperó, se consolidaron y ampliaron. “Lamentablemente más tarde ciertos funcionarios restringieron las actividades y se redujo la seguridad, hasta se llegó a impedir que los estudiantes, por sus tareas, fotografíen el lugar”.

Al respecto, la experta en planificación sustentable Lissette Mena, sostiene que el deterioro de la calidad de vida va ligado a la privatización de los espacios públicos. La mejor manera de luchar contra la delincuencia es atendiendo sus necesidades básicas a través de estrategias de inclusión social y ordenanzas que permitan reactivar zonas conflictivas, aconseja.

Voces


Rosa Edith Rada, experta en Planificación y Sostenibilidad

Si buscamos las causas, las raíces del problema, nos daremos cuenta de que la falta de ingresos estables, valores y la impunidad hacen que estemos en estos niveles de preocupación.

Carlos Freire, experto en Políticas Públicas y PhD en Geografía Económica

Sin políticas inclusivas y un aumento de desigualdad económica y política, no nos debe sorprender que las élites quieran promover la idea de que el caos es culpa de los pobres.

Freddy Rivera, doctor en Ciencias Sociales y experto en Seguridad

Lo único que disminuye el miedo son las respuestas certeras frente a la delincuencia. La Policía debe ponerse a trabajar, pero para eso necesita recursos económicos, técnicos y científicos.


Karen Andrade, antropóloga, experta en Comunicación

El miedo es una de las cosas más imposibles de erradicar. La gente tiene miedo al entorno, a vivir en medio de la inseguridad. El Estado debe garantizar un ambiente confiable.