Es como si tener 50 años ahora, sean los 30 de antes. En la actualidad, tener la mediana edad no es comportarse como un “adulto mayor” tradicional, sino el estar emocionado para vivir esa segunda etapa, ahora que sus hijos son adultos, están libres de hipotecas y les sobra el tiempo para dedicarse a sí mismo. Y a pesar de que cuenten con canas, juanetes, algunas libras demás y arrugas, cuidan su alimentación, acuden al gimnasio y se sienten más vivos e independientes que nunca.

No en vano, el estudio ‘10 Tendencias Globales para 2017’, realizado por la multinacional de estudios de mercado Euromonitor International, muestra cómo el envejecimiento está cambiando de narrativa, ya que los consumidores que han vivido más de medio siglo se parecen (cada vez más) a los compradores jóvenes, al adquirir una larga lista de productos de salud, belleza, moda y tecnología, algo que ayuda a desvanecer los límites entre las generaciones.

Esta tendencia se la conoce como midorexia, un término utilizado por primera vez el año pasado por la periodista británica Shane Watson, que unió el sufijo ‘rexia’ (obsesión), con ‘mid’, por el término inglés ‘middle’, en relación a la mitad de la vida. Para definirla como “la creencia de que no solo puede ser atractivo para siempre, sino que es más atractivo que nunca, y sería criminal no aprovechar ese hecho antes de que sea demasiado tarde”, publicó en su columna en The Telegraph.

La midorexia es una palabra desconocida en Ecuador, pero tanto hombres como mujeres evidencian esta tendencia en la última década, según la psicóloga clínica Liliam Cubillos, “donde la gran mayoría de personas cuarentonas se preocupa cada vez más en mantenerse bien puestas para envejecer con dignidad”, aclaró, y explicó que en hombres es notorio “cuando de 40 a 60 años usan tanga en la playa, recurren a los esteroides y polvos para tener músculos y sentirse bellos”. Y dentro de este fenómeno, añade la profesional, existe un grupo de mujeres adultas que acuden a cirugías estéticas (en glúteos y pechos), visten ropa sexy y hacen lo que sea para lucir y sentirse de menos edad. E incluso visten la ropa de sus hijas. No obstante, argumenta Cubillos, es el sector masculino el principal culpable de esta tendencia. “Una mujer de 40, 50 está ante una masculinidad que tiende a ser machista y exigente, y recurre a todos estos artificios para poder sentir que puede llegar a tener un espacio ante estos caballeros”, enseñó y concluyó que si no se le pone nombre a un fenómeno (así exista) nadie lo conocerá, por eso agradece que salga este nuevo término, para invitar a la reflexión.

Según el sociólogo experto en adultos mayores, Fernando Terán, el verse bien, saludable y vestirse como joven a los 50 no está mal, pero siempre y cuando sea compatible con lo que socialmente es admitido. “Caso contrario será un desenfoque a la realidad y en nuestra sociedad la gente es muy clara y cruel cuando uno adopta comportamientos y actitudes que socialmente no son equiparables a la edad, y lo que le dicen a uno es viejo verde”, expresó.

Sin embargo, si es una persona de cincuenta y tantos que no le suena Taylor Swift, no utiliza un smartphone, no tiene las intenciones de salir con un pantalón roto y le parece que luce mejor con ropa en la playa, es porque está envejeciendo tranquilo y sin midorexia.

“Una tendencia cara”

A nivel mundial, la midorexia se refleja en campañas publicitarias de moda y cosméticos, lo que hace que se pierda el límite entre las generaciones, opinó la asesora de imagen Michelle Trujillo. “Las campañas lo hacen de una forma generalizada y ya no las segmentan por edad, porque ahora una mujer de 50 tranquilamente se viste como una de 25”, aclaró y recordó que son las celebridades quienes más lo aplican, pues es una tendencia cara. Entre las más influyentes comentó la experta, están Madonna (59) y Gwyneth Paltrow (45). Esta última se destaca en los eventos de gala por enseñar sus glúteos con vestidos de transparencias o aperturas (foto).

Por lo tanto, la personal shopper aconsejó ciertos parámetros que deberían de considerar los midoréxicos antes de elegir su vestimenta: hacer compras inteligentes, no por impulso, pues es normal que quiera adquirir prendas demostrativas que nunca antes utilizó, y vestirse respetando su morfología del cuerpo. “Si es una mujer mayor es preferible no dar doble impacto, si quiere disimular las piernas, entonces póngase un escote, o viceversa”, finalizó.

La generación con más poder adquisitivo

Nuno Acosta, director creativo digital de la agencia Laika, argumenta que como los avances de la medicina permiten vivir por más años, es un beneficio para el marketing, pues ahora una persona que tiene 60 vive tranquilamente una década o 15 años más, comenta el bloguero. Y explica que a esa edad (según el estatus social) se tiene un poder adquisitivo mayor a las generaciones menores, y adquieren cualquier producto tecnológico, compras o viajes. “Los midoréxicos son las personas que vuelven a vivir la libertad como cuando eran solteros, ellos vuelven a ganar esa independencia y quieren disfrutarlo”, definió el experto. Lo cual conlleva que la edad media se contagie de las anteriores. Por eso, el marketing digital de su agencia no está segmentado por edad, sino por intereses y comportamientos. Entonces una persona de 40 años puede tener el mismo hábito que una de 25, explica. “Y ya no se trata que a una mujer de 50 le debes de regalar una bata, sino que ya estás interesado en darle tecnología como es el caso del Apple Watch, un reloj caro, tecnológico y avanzado que lo utiliza mucha gente mayor”, concluyó.

SUS CARACTERÍSTICAS

¿Es usted midoréxico o conoce a alguno? Averíguelo si aplica a la mayoría de estas definiciones:

- Mujeres y hombres mayores de 50 años.

- Son fuertes consumidores de productos de salud, belleza, moda y son abiertos a los desarrollos tecnológicos.

- Lucen y se sienten más jóvenes que sus años. Y desafían el comportamiento tradicional apropiado a la edad de las personas mayores.

- Se cuidan en su aspecto físico y alimentación.

- Prefiere utilizar la ropa supuestamente destinada a jóvenes.