Medida inadecuada de la ATM

La Autoridad de Tránsito Municipal (ATM) desde su constitución hasta la fecha ha desplegado un importante proceso de posicionamiento. En él se pueden señalar aciertos y errores. Así es la vida de las instituciones, especialmente las públicas.

Cuando se creó la Metrovía (2004) se dieron argumentos -justificados y válidos- acerca de que esta empresa de transportación masiva debía de tener vía exclusiva de circulación, sin interferencia de los vehículos privados. Obviamente la lógica que fundamentaba tal decisión era correcta pues daba prioridad a este tipo de transporte, el cual es utilizado por grandes sectores sociales.

La ciudadanía vio esto como un acierto. Por primera vez en la historia de la circulación vehicular de Guayaquil se daba prioridad al tránsito de vehículos que trasladan al mayor número de personas y que no podía ser interferido por los no siempre responsables conductores de los vehículos privados.

Sin embargo, en los últimos días tal resolución de circulación exclusiva ha sido abandonada. Las razones no se han explicado. Lo cierto es que los ciudadanos que usan la metrovía han experimentado cómo los vehículos privados obstaculizan e incluso impiden su normal y libre circulación.

Además, quienes cruzan las vías señaladas y reguladas por semáforos ya consideran un peligro hacerlo. Los choferes de la metrovía siempre han respetado los cambios de luces, permitiendo un cruce peatonal seguro. No obstante, al dar libre circulación por la vía exclusiva del transporte público, los autos privados ya han puesto en riesgo, en algunas zonas, la vida de los peatones que cruzan por ellas.

Los usuarios no aprueban la nueva disposición, por eso es ineludible que la ATM la revise, para que se vuelva a la práctica anterior. Tanto para ayudar a la metrovía y a los pasajeros, como para precautelar la vida de los peatones que cruzan por los espacios señalados y reglamentados por ese organismo. No puede ser que el derecho de más de un centenar de personas que usan el transporte público, sea bloqueado, retardado y hasta impedido por dos o tres imprudentes conductores de vehículos privados. La ciudadanía no está conforme. La ATM debe escuchar su clamor. Es necesario que revea la última medida de permitir que los vehículos privados circulen por la vía exclusiva de la metrovía, pues estos la obstruyen.