Para tranquilizar a los animales la noche del 31 de diciembre, en Ceibos Animal Care los cuidadores permanecen junto a ellos todo el tiempo.

Las mascotas sufren con la pirotecnia

Su uso puede causarles hasta la muerte. Hay aves que terminan lesionadas. Expertos piden modificar las ordenanzas en Guayaquil, como ya lo hizo Quito

En las redes sociales e incluso en Whatsapp se ha hecho viral una campaña, creada en Perú, que a más de uno -en el mundo- ha conmovido. ¿Quieres saber cómo lo escucho yo? Es quizás la frase más impactante. La que lleva también en un sobre un perro y, tras percibir lo que experimentan un grupo de personas que se someten a escuchar sonidos “molestos”, como el de la pirotecnia; deja al descubierto que los animales escuchan hasta tres veces más fuerte ese ruido que las personas.

El video apunta a crear conciencia respecto a los daños que les generan los explosivos, y aunque deja claro que sienten ansiedad, nervios y perturbación; en Guayaquil y Ecuador, a decir de la médico veterinaria zootecnista, Diana López, aún no existen mensajes o programas suficientes que, durante estas fechas, logren reducir el uso de explosivos, que a los canes les provoca hasta la muerte.

López es propietaria de la veterinaria Ceibos Animal Care, donde también se hospeda a los animales de compañía, y ha sido testigo de cómo sufren cada 31 de diciembre (e incluso antes), que la ciudad se convierte prácticamente en un campo de guerra: las camaretas suenan en cada esquina.

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En los hogares, tal es el temor que sienten los perros y gatos, que huyen despavoridos y sin orientación. Con las aves pasa lo mismo. “El pánico las obliga a moverse sin control dentro de sus jaulas y se lesionan. Las alas y la cabeza son siempre las áreas más afectadas”.

Cada año, explica, recibe con más frecuencia estos casos. Y en el centro, pese a tomar todos los cuidados, los animales tienden a estresarse, puesto que el ruido es tan fuerte que parece que hubiera un temblor.

“En esos momentos, los abrazo y les hablo. Nunca los dejo solos. Los pongo a jugar”, explica López, quien en el lugar, donde hoy tiene a su cuidado a una decena de perros, les ha acondicionado una habitación antirruido, donde solo suena música tranquilizante.

Según explica la también veterinaria María Elena Tobar, es vital tomar estas medidas en los hogares e incluso estar atentos a hacer lo mismo con los animales que viven en las calles.

“Hay que ser solidarios, permitirles entrar a casa, darles refugio, comida. Es indispensable. Y es que en los momentos de ansiedad, un perro adulto, más aún si tiene alguna falla cardiaca, puede fallecer con el ruido”. El corazón se les acelera, es lamentable, sentencia.

El año pasado ‘Conchita’, una labrador de 14 años, fue víctima de la celebración. Valentina Morales, su dueña, vive en la ciudadela La Saiba (sur), la dejó en la sala cuando llegó el momento de celebrar la llegada del 2019 con la quema de monigotes en el vecindario, pero cuando entraron, le faltaba el aire y temblaba, tenía taquicardia. No alcanzó a llegar a la veterinaria.

Para esta noche, la familia no ha comprado pirotecnia. “Éramos de los que adquiríamos todo un arsenal. Aprendimos la lección, pero de la peor manera”, detalla Morales, de 37 años y quien durante todo diciembre, al menos en su círculo de amigos, hizo un llamado a que no compren explosivos.

“Lamentablemente, solo me escuchaban. La gente sigue sin tener conciencia”, agrega.

Para la activista Estefanía Pareja, miembro de la organización Rescate Animal, casos como estos son comunes en las veterinarias cada 1 de enero, y es por eso que hace un llamado a que las políticas públicas en la ciudad se reformen.

“No sirve de nada sugerir”. Los bomberos lo hacen, al igual que la Policía, sentencia, pero teniendo en cuenta que las costumbres son otras, es necesario modificar las ordenanzas y que los mismos municipios, como lo ha establecido hace poco el de Quito, no hagan más eventos donde se usen fuegos artificiales con ruido.

“¿Por qué avalar con fondos públicos estos actos que afectan no solo a los animales y al ambiente, sino a las personas con autismo y síndrome de Down, para quienes esta bulla es una tortura”, piensa. López, coincide con ella, haciendo énfasis en la necesidad de que se adquiera pirotecnia de tipo europea, que es la que no suena.

El Municipio de Quito, según lo estableció la resolución del Concejo Metropolitano aprobada en la Sesión No. 046, el pasado 24 de diciembre, restringió el uso de pirotecnia explosiva con ruido en todos los eventos de las dependencias del Cabildo.

“Sería buena idea que la Alcaldía de Guayaquil también elimine de las celebraciones por fin de año estos artefactos. Son una molestia”, manifiesta Ana María Cascante, residente de la sexta etapa de la Alborada, quien teniendo en cuenta las secuelas que estos provocan, espera que hoy, “llueva toda la noche para que nadie pueda quemar ni reventar nada...”

Para las especialistas, quienes esperan que con el pasar del tiempo, pero a corto plazo, los mensajes y los videos como el lanzado en el país vecino, generen reacciones y no queden solo guardados en la memoria de los ciudadanos; no existe razón alguna para, por unas cuantas horas de diversión, se ponga en riesgo a los animales.

Los jóvenes, coinciden, están reaccionando, sin embargo es necesario que el cambio venga de todos: la sociedad, los niños y adultos, las autoridades, el Estado.

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