Delegaciones estudiantiles se movilizaron en contra de la violencia sexual en Cuenca. (Jaime Marin / Expreso)

Una marcha contra el abuso sexual se realizo en Cuenca

Los denunciantes aseguran que un sacerdote abusó sexualmente de ellos durante su niñez.

“A romper el silencio. Los pecados serán perdonados, pero los crímenes serán castigados”, fue una de las leyendas que resaltaban en los carteles de los cerca de 3 mil estudiantes que se tomaron las calles de Cuenca, la mañana del martes 29 de mayo de 2018.

En la marcha pidieron la protección de niños, niñas y adolescentes luego de que se denunciaran cuatro casos de abuso sexual que involucran al sacerdote César Cordero. Familiares de las víctimas, representantes del Ministerio de Educación y ciudadanos en general se sumaron al recorrido para exigir justicia.

Los denunciantes —en sus escritos ante la Fiscalía— aseguran haber sido abusados durante su niñez por el cura de 91 años. Al momento, la Curia de Cuenca también investiga los casos; para ello, Jaime Ortiz Lazcano, vicario judicial de la Arquidiócesis de Santiago de Chile, llegó a la ciudad.

El principal denunciante es Jorge Palacios, de 63 años de edad, quien en abril pasado acusó públicamente a Cordero de haberlo violado cuando tenía cinco años. Las otras tres denuncias son de presuntas víctimas que durante su infancia también habrían sido abusados por el sacerdote, quien dirigía un centro educativo.

“Los testimonios hay que recogerlos con mucha paciencia y prudencia. Después vendrá un segundo momento donde se establecerá si existen indicios de culpabilidad para continuar con un juicio canónico”, expresó Ortiz.

El experto además precisó que esa siguiente instancia tendría lugar en el Vaticano y pidió calma a los allegados mientras se realiza la primera fase.

La marcha inició a las 10:00. Los asistentes partieron desde el parque de San Blas y se dirigieron hasta el parque central Abdón Calderón, donde concluyó el acto.

La tarde y noche del lunes 28 de mayo, se retiraron de la comunidad educativa donde regentaba el acusado monumentos, efigies y otros elementos que ensalzaban su figura, como muestra de rechazo de cara al proceso investigativo.