
Los ‘espaguetis’ colgantes enredan el cielo de Urdesa
Cables de la telefónica, de televisión pagada y de Internet saturan el espacio aéreo. Los vecinos piden que se reorganicen las redes en varias avenidas.
Solo en las calles donde se ha ejecutado regeneración urbana los vecinos de Urdesa se libran de un paisaje contaminado por hileras de cables de todo tipo.
Popularmente se los conoce como ‘tallarines’. Es que se asemejan a eso: a una hilada de fideos que caen de manera desordenada desde el tenedor de mesa hacia el plato. En lo literal, son líneas de conexiones de distintos orígenes que cuelgan de los postes a manera de una interminable enredadera.
Los ingredientes comprenden desde enlaces del servicio telefónico convencional, televisión por cable (hay tres empresas en la ciudad) y redes de conexión por Internet (que superan las cuatro). La saturación del espacio se intensifica precisamente en los sectores donde están ubicadas más oficinas o locales comerciales.
“Es cierto que Urdesa es una ciudadela que se la urbanizó cuando las cosas se hacían sin tanta planificación, pero hay barrios nuevos en los que aún se observa esto”, dice Mercedes Aguilera, una vecina del sector de Mirtos y Ficus, quien residió fuera del país durante mucho tiempo y cuando decidió reinstalarse en la ciudad, compró con su esposo hace 10 años una vivienda en este barrio residencial. “Mi esposo es un urdesino a muerte. Pudimos escoger en Samborondón, pero él quiso Urdesa”.
El panorama se compone de cableado aéreo cruzado, enredado e incluso holgado a pocos metros de balcones, de techos de condominios, casas... La mayoría de las veces sin un etiquetado de por medio, lo cual hace imposible determinar si corresponden a líneas de tensión, a redes de telecomunicaciones o a líneas en desuso.
Esto último se relaciona con el hecho de que cuando los usuarios suspenden el servicio de telefonía, televisión por cable e Internet, las líneas quedan ahí. Nadie las retira.
Rafael Córdova Vásquez, un ingeniero civil que trabajó en la urbanización de Urdesa y se quedó desde entonces a vivir ahí, aseguró en su momento que hay calles donde se solucionó el inconveniente de los tallarines, pero esto se dio como parte del proceso de regeneración que el Municipio ejecutó en calles como la Víctor Emilio Estrada, Miguel Aspiazu Carbo, Las Lomas, entre otras.
Washington Martínez, un ingeniero naval con una maestría en Ingeniería Civil, también residente de Urdesa, considera que ya es tiempo de que se revise lo que sucede en muchos postes no solo de Urdesa sino de la ciudad. “Es un peligro porque existe una sobrecarga. El riesgo es porque en muchos postes hay cables de energía eléctrica y de alta tensión a los que se han sumado los del servicio telefónico, de televisión pagada y de Internet”.
Marcela Yépez Intriago, una médica especializada en cirugía plástica, quien tiene su clínica en la calle Segunda entre Ficus y Guayacanes, considera que existe de por medio un cierto desorden. “Cada quien tira líneas de cable. Es más, por colocar su conexión dañan las de otros vecinos. El Municipio debería regular y poner orden para que esto no suceda”.
Nadie cuida lo del ruido visual
Para Francisco Plaza, quien preside la Fundación contra el Ruido y el Ambiente Contaminante, el que cientos de cables atraviesen calles y avenidas principales implica un riesgo grande, no solo de contaminación visual. “Se conoce que la energía eléctrica genera un campo electromagnético que puede alterar el metabolismo y estructura celular”. Es por eso que las urbanizaciones modernas tienen el cableado subterráneo. “La ciudad debe hacer una inversión que limpie el espacio cercano de tanto cablerío”.