El ‘brexitcidio’

La única conclusión que puede sacarse, sin demasiado riesgo a equivocarse, a estas alturas de la guerra de despachos entre el Reino Unido y la Unión Europea es que nadie está contento. Ni los británicos que querían un brexit duro -divorcio tajante de Europa- ni los que conciliaban con uno más laxo para mantener ciertas ventajas comerciales y migratorias, ni los que hubieran deseado quedarse tal cual como estaban al abrigo comunitario. Ni los europeos en general. Bueno, quizás a los representantes de las instituciones de la UE se les escape media sonrisita de soslayo al ver que el todo o nada británico se inclina más a favor del bloque que al de la isla.

La separación se ha convertido en una suerte de ‘brexitcidio’, a medio camino entre un suicidio de los gobernantes británicos y un calculado homicidio de los negociadores de Bruselas, del que hasta España ha sacado tajada con respecto a Gibraltar.

Es difícil imaginar que los ciudadanos que votaron ‘sí’ para irse de la Unión Europea habrían mantenido su voto si hubiesen sabido que el Reino Unido iba a quedarse, por resumir a grandes pinceladas, con un régimen aduanero y migratorio muy similar al anterior pero sin voz ni voto en las decisiones que tomarán los 27 para regular al bloque completo. Es decir, que acatarán normas para las que no tuvieron capacidad de decisión. Además, deberán cancelar 50.000 millones de euros a favor del bloque.

En definitiva, las cláusulas acordadas entre Reino Unido y la UE dejan al territorio británico en una encrucijada que le puede costar la cabeza a la primera ministra, Theresa May, y que a niveles europeos e internacionales no tendrá las terroríficas consecuencias económicas que se avizoraban pues la unión aduanera con la UE permanece intacta. Un punto importante para los compradores, como Ecuador, de productos con denominación de origen británica.

El acuerdo no está en vigor y aún tiene que sortear la senda legislativa, tanto en Reino Unido como en las instituciones comunitarias. Si lo hace, los ciudadanos de l reino tendrán que someterse a las nuevas reglas de juego. Pero si el proyecto de pacto encalla ante el ‘establishment’ del Parlamento británico -que es el paso inmediato-, el Gobierno estará en un punto de no retorno: o convoca a elecciones, o renuncia a irse de la UE o lo hace sin acuerdo (sin relación alguna con la UE). Porque Europa ya ha dicho que no habrá espacio para negociar de nuevo.