Elecciones. Alejandro Domínguez ocupaba el cargo interino en el organismo por Napout. Ayer en los sufragios fue respaldado.

Llevo sus orquideas y peces al aeropuerto

El hábitat de Nicolás Romero Sángster es su jardín. Entre el sonido del agua de la cascada artificial, sus bromelias, los bonsáis y árboles frutales están sus amadas orquídeas. No sabe cuántas tiene. En el espacio interior de su casa en La Puntilla, al aire libre están repartidas las macetas de todo tipo y tamaño, los troncos y la piedra pómez donde sembró sus dendrobium, oncidium, phalaenopsis, vanda, entre otros tipos de la bella flor de colores anaranjado, amarillo, fucsia y rojo. También tiene orquídeas en el balcón de su habitación y un jardín vertical a la entrada de su residencia, que comparte con la fachada de la casa de su hijo mayor, Nicolás. El jardín interior es creación suya y de su esposa Rosa Ordeñana, a quien “le dicen ‘Cuca’, casi nadie sabe que se llama Rosa”, bromeó el gerente general de Fundación Autoridad Aeroportuaria de Guayaquil. Esta empresa vigila el cumplimiento del contrato de concesión del aeropuerto internacional guayaquileño José Joaquín de Olmedo. Además, posee árboles de pomarrosa e ilán ilán, adentro, mientras que a la entrada de su vivienda hay suches rojo, blanco, rosado y café. El árbol más alto del jardín es muy especial para él, lo sembró hace 16 años, el día en que nació su segundo nieto, Sebastián (hijo de Nicolás). “Es un bayrum”, dice, mientras arranca una hojita y la frota en sus manos, mostrando la fragancia que emana. “Era lo que usábamos luego de afeitarnos, como ‘after shave’ y también nos pasábamos por el cabello... Había mucho bayrum en Guayaquil. Yo rescaté uno que está en el parque Sucre (la Plaza de la Administración, entre los palacios del Municipio y la Gobernación), que lo iban a tumbar”, cuenta. En ese momento, al jardín entra Mimí, su consentida gata de raza Persa Himalaya, una de sus 8 gatos que llevan nombres de personajes de la ópera, como Fígaro y Lulú. La ópera es su otra gran pasión, que al igual que el amor por las plantas y los animales, la transmitió a sus hijos Nicolás y, sobre todo, Pablo, quien es tenor y vive fuera del país. “El que dice que solo le gusta la música clásica y la ópera es un idiota total, la música es preciosa toda, desde un bolero, un mambo, una cumbia. Yo gozo y disfruto de todo tipo de música”, afirma. No es un especialista en orquídeas, pero como autodidacta es un gran conocedor. Lleva cinco décadas sembrando sus plantas y amando los animales. Su gusto por la naturaleza es tal que el aeropuerto de Guayaquil tiene su toque personal: en los peces koi (cuya especie trajo de California), del espejo de agua de la entrada principal, y en el jardín vertical lleno de orquídeas, ubicado en la zona de arribos nacionales. Él propuso implementar estos dos espacios, que le gustan mucho al público local y extranjero. “Yo del trabajo vengo a la casa, no tengo vida social, no me atrae, mi vida social está con las plantas, con mi música y con mis gatos”, manifiesta, mientras acaricia a Mimí.