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Leer es el secreto de su vitalidad centenaria

Una carpeta le sirve para archivar fotos, cartas, poemas que ha escrito y demás recuerdos. Allí tiene también postes de Emelec, su equipo.

Vibra. El comandante de bomberos José Ramón Farfán, en guardia.

En la calle Panamá y Rocafuerte se secaba el cacao cuando José Ramón Farfán era un jovencito que caminaba por el malecón, que en ese entonces tenía muelles activos y una próspera vida fluvial. Eran días en que el estero Salado era usado como piscina barrial y las tardes se sellaban con un aplanchado y una taza de chocolate.

No había en esos tiempos miedo en las calles. Andar en tren costaba apenas un sucre y Urdesa no existía...

En la memoria de este retirado comandante de brigada del Cuerpo de Bomberos caben hasta cuatro generaciones de historia de Guayaquil, que él es capaz de contar como quien narra un cuento, por eso sus 103 años no pueden pasar desapercibidos.

Camina, escucha y habla con una lucidez inigualable para alguien de su edad, bondades que atribuye a su época de deportista, que llegó de forma obligada, cuando trabajó en la Empresa Eléctrica y George Capwell fue su jefe. “Nos obligaba a hacer deporte. Yo elegí boxeo”. De hecho, aún recuerda cómo ponerse en guardia.

Su paso por esa compañía también le dejó un ferviente amor al Club Sport Emelec. Cuando juega el equipo, está atento a la radio durante todo el día y toda la noche, para no perderse ningún comentario o entrevista importante.

Es que cuando se fija una pasión, no la suelta. Y si de esto hay dudas solo basta preguntarle sobre su obstinada entrega al Cuerpo de Bomberos de Guayaquil, que a mediados de los setenta le entregó el título de héroe por su participación en el nombrado incendio de la Shell, al sur de la urbe, un accidente que tomó nueve horas en ser controlado. Farfán pertenecía entonces a la compañía Salamandra y llegó a ser comandante de Brigada.

Recuerda con claridad ese 10 de marzo de 1976. “Era como el fin del mundo. Ese día solo nos salvó Dios”, ataja su esposa, María Marmol, compañera eterna. Su amiga y cómplice, quien durante toda la entrevista con EXPRESO se muestra entusiasta por recordar todo lo vivido. De los 103 años de José Ramón, ella, que tiene 84, lo ha acompañado 64.

Él es de hablar pausado. Un ahorrador de palabras que habla únicamente cuando lo considera oportuno. Durante toda su vida ha tenido tres compromisos y al menos 20 hijos, las cuatro últimas con su compañera actual.

“Escribe hermoso. Para toda ocasión. Le ha hecho poemas a las nietas, a las hijas, a su padre... Tiene una carpeta en la que guarda todos esos versos. Él todavía escribe”, lo describe.

Su esposo sonríe y extiende una carpeta. Allí hay fotos, cartas, respuestas de funcionarios públicos, reseñas de su vida y, entre otros detalles, el poema a su bisnieta Sheryl Victoria.

“En el fértil jardín de la vida / ha nacido una bella rosa henchida. / Con su embriagante suave aroma / adorna su entorno y lo transforma...”. -Escribe bien, se le comenta-. Yo leo y he leído mucho, contesta él, como justificando su destreza. Su esposa lo apoya: leer lo mantiene así, activo, lleno de vida.

José Ramón Farfán estudió en el Liceo América. Además de bombero, emelecista, poeta y boxeador, fue agente de aduanas y se dedicó varios años al comercio. Hoy disfruta de una merecida jubilación que le permite ser testigo -desde Mapasingue, donde vive- de una ciudad a la que ha visto crecer.

Y pese a toda su experiencia de vida, no deja de sorprenderse de cómo aquellos arrozales que conoció son ahora gigantes centros comerciales. No es para menos, detrás de sus pupilas está, pese a su vitalidad, el hombre que nació hace más de un siglo.

Un héroe bombero

Una gráfica en su uniforme de comandante de brigada de la compañía Salamandra, del Cuerpo de Bomberos. En 1976 recibió una Estrella de Octubre por su participación en el incendio de Shell Gas.

Para saber

Su vida

Vive en Mapasingue. Tiene 64 años de matrimonio con María Mármol, con quien procreó cuatro hijas: Narcisa, Irene, Lorena y Jazmina. Tiene diez nietos y once bisnietos.

Afición

Desde que se levanta, a las 04:00, lee. Luego espera el diario y pasa con él todo el día. Las noticias que más le agradan las relee en la noche.

Ritmo

No bebe y posee una dieta sana, lo que le permite presumir de su aspecto saludable.