“Sociedad” e “iluminados”

La filósofa ruso-americana, Ayn Rand define al “egoísmo racional” como “la preocupación por el interés personal”. Lo distingue del motivado por necesidades de seres que solo tienen el interés de arrebatar lo logrado por otros. Se sustenta en valores e intereses que el hombre requiere para su supervivencia. El egoísta racional desea aquello que ha ganado con su propio esfuerzo, no demanda sacrificios a su favor ni está dispuesto a sacrificarse por el poco esfuerzo de otros. Este “egoísta” espera que se le pague por sus logros, no por sus pérdidas; no transfiere a otros la carga de sus fracasos y no hipoteca su vida por las pérdidas de los demás. Si este egoísta racional ayuda a su prójimo, lo hace por satisfacción propia, no porque se sienta obligado por una fuerza externa.

Hay quienes impulsan una teoría ética social que sustituye el concepto de Dios (altruismo religioso) por el de “sociedad” y no se preocupan por la vida y derechos del hombre sino de los de una entidad incorpórea: “el colectivo”. Esta teoría exige que se considere a la sociedad como que incluye a todos los individuos, excepto a mi propio ser. Demanda que me constituya en un esclavo, sin individualidad, sin voz y sin derechos, sometido a las necesidades, reclamos y demandas de los demás. Esta teoría sostiene que la “sociedad” es la fuente, la norma y el criterio de la ética. La “sociedad” puede disponer en forma arbitraria sobre el individuo ya que el “bien” es todo aquello que “el colectivo” elija hacer y definir como bueno.

Por ello, algunos “iluminados” que por razones circunstanciales se declaran voceros de esa entelequia llamada “sociedad”, asumen que tienen el derecho de satisfacer cualquier capricho o atrocidad que consideren “bueno” para ella, mientras que los demás, la mayoría no manipulada, tiene que estar obligada a consumir sus vidas al servicio del grupo dominante en el poder, sin protestar, sin alzar la voz, porque serán tildados de egoístas y enemigos del bien común.

Estos “iluminados dictadorzuelos” han aparecido muchas veces en la historia, para desgracia de sus pueblos.