“Las generaciones futuras”

este es el tema que para el 2016 señaló la Unesco para celebrar el Día Mundial de la Filosofía. Sobre esto caben algunas reflexiones. Es positivo que este organismo planetario señale cada año cuál es el problema central que convoca tal evento.

De las generaciones se ha dicho mucho y variado. Se ha señalado que hay relevo de generaciones, luchas de generaciones, generaciones extraviadas, generaciones sociopolíticas, cambios generacionales, generación “millennials”, etc. Por eso se pueden puntualizar procesos referidos a cómo estas se encuentran, viven, desencuentran, relacionan, dialogan y miran sus perspectivas.

Este año la Unesco invita a que el mundo piense sobre esas generaciones futuras. Desde nuestro país caben algunas preguntas y reflexiones que se deben hacer sobre su situación. Así, la interrogación central es: ¿cómo deben ser y qué posibilidades futuras tendrán?

Desde esta perspectiva el horizonte de las generaciones venideras es inseguro, incierto y sin perspectivas halagüeñas, pues si persisten las actuales condiciones económicas, sociales, políticas, ideológicas, étnicas, etc., su futuro se proyecta inestable.

La mutación tecnológica seguirá siendo la atmósfera fundamental en la cual deberá vivir cada uno de los integrantes de las sociedades venideras. Incluso los futurólogos dicen que se constituirá en el centro de la vida de las colectividades. Pero aunque este sea el horizonte próximo, cabe preguntarse si las futuras generaciones seguirán teniendo los recursos adecuados para acceder a lo mejor y más actualizado de la tecnología.

No obstante de ello, el problema central para las próximas generaciones del Ecuador es si la sociedad logrará salir de la crisis, la pobreza, el estancamiento, el estatismo, la corrupción, el desempleo, la inseguridad y la política de la confrontación como accionar cotidiano. Si todo esto persiste, esos núcleos humanos jóvenes repetirán lo que hoy vive y atormenta al país.

Es bueno que los gobernantes, los políticos y los diferentes integrantes de la sociedad reflexionen sobre lo que le ofrecen a ella y lo que son capaces de hacer para que las futuras generaciones tengan un lugar adecuado para vivir, pensar, estudiar, disfrutar del deporte, la música, etc. Sin cambio de la economía y de la política, las futuras generaciones no tienen sino un horizonte incierto, obscuro y peligroso.