“Debemos decir no a esta cultura individualista de lo superfluo”

Desde el año 2013, Naciones Unidas, viene celebrando durante este mes de marzo, ese espíritu gozoso de felicidad que todos nos merecemos por el simple hecho de vivir. Sin duda, nuestra primera premisa ha de partir de una realidad, la de ser compasivo con nuestros análogos, puesto que en el bienestar de los demás también reside nuestra propia satisfacción. Así, hemos de poner en valor el horizonte de ser felices, ensanchando el corazón, abriendo los brazos, donándonos en suma, con perdón incluido. No podemos pasar por la tierra sin contribuir con nuestro esfuerzo a hacerla un poco más llevadera para todos. Desde luego, nuestra primera tarea es de estar en paz internamente, de reencontrarse y de comprender que en esa indagación de pronombres todos somos necesarios. Por eso, hay que decir no a esta cultura individualista de lo superfluo, porque no ahonda en las entretelas de las gentes, cultiva lo efímero, y reivindica mucho el trabajo de los otros, sin exigirse a sí mismo nada. De igual modo, los endiosamientos nos adormecen e impiden que las relaciones sean auténticas y provechosas para esa dicha que en el fondo todos buscamos de manera innata, pero que nos demanda compromiso y concesión. Por desgracia, hoy multitud de personas se encuentran aisladas en un mundo cada vez más interconectado. Es fundamental para aquellas gentes desfavorecidas, ofrecerles nuevas oportunidades de aprender, de interactuar y hacerse escuchar.

Víctor Corcoba