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“Bodyboard”

El “bodyboard” se practica sobre la tabla, tomando la cresta de la ola, recorriéndola hasta que su impulso concluye. A mayor fuerza de la ola, mayor la distancia a recorrer y el riesgo de caer o salir triunfante en la jornada.

Lo descrito podría aplicarse como símil al gobierno del presidente Lenín Moreno luego del referéndum del 4 de febrero pasado. El respaldo mayoritario al Sí lo subió a la ola perfecta para realizar los cambios exigidos por la ciudadanía, más allá de las promesas de campaña.

Justamente por encontrarse en la cresta de la ola, al haber reafirmado de manera tangencial su legitimidad el 4 de febrero con la votación mayoritaria en favor del Sí a la consulta por él propuesta, está obligado a sintonizarse con el mandato popular de luchar frontalmente contra la corrupción que imperó de manera impune en los 10 años del correato. Debe además desprenderse del modelo económico de la década pasada, sin olvidar lo social, saliendo de los funcionarios leales a Correa, enquistados en ministerios, secretarías, organismos de control, función Judicial, etc. Debe convocar a participar en su gobierno a los mejores hombres y mujeres de los diversos sectores sociales, productivos, de la academia, etc.; sin consideración de línea política, ideológica o partidista alguna.

La dinamización del empleo, la recuperación económica del país, la sostenibilidad de la dolarización, la inversión nacional y/o extranjera y la verdadera función social del dinero, requieren de una política económica fundamentada en la economía de libre mercado, acompañada de una política fiscal menos cambiante, menos agresiva; eliminando el impuesto a la repatriación de capitales. De no considerar tales circunstancias y sintonizarse con el nuevo mandato popular expresado el 4 de febrero último, el gobierno del presidente Moreno corre el peligro de ser revolcado por la ola de la decepción y el rechazo popular, ahogando la esperanza del despegue económico y social, tan anhelado.

Dura tarea le toca al presidente Moreno en el ejercicio del “bodyboard” político desde Carondelet.