Imagen referencial para simbolizar una escuela inclusiva, que trabaje con estudiantes con necesidades educativas específicas.
Imagen referencial para simbolizar una escuela inclusiva, que trabaje con estudiantes con necesidades educativas específicas.Freepik.

La inclusión educativa no se cumple en las aulas; padres piden control

Dos madres, cuyos hijos tienen autismo y altas capacidades, cuentan sus experiencias; también una psicopedagoga

En el mundo ideal -el que pintan la Ley de Educación (LOEI) y los reglamentos- ningún colegio puede negar la matrícula a un estudiante con necesidades educativas específicas. Pero, en el mundo real, Margarita peregrinó por 20 planteles particulares, que al conocer que su hijo Mateo tiene autismo, le cerraron las puertas, después de la pandemia, en el 2021.

Por eso, el inicio de clases en la Sierra y Amazonía no significa nada para esta madre, de 52 años. Dejó a un lado su título de psicóloga industrial, cuando su hijo fue diagnosticado a los 3 años y medio. Y, luego del divorcio aprendió a probar con mil oficios para sacarlo adelante. Cualquier empleo que le permita mantener la casa y contar con tiempo para ser la tutora de su hijo en el homeschooling.

En el artículo 63 de la Codificación de la LOEI se indica que los planteles están obligados a recibir a todas las personas con necesidades educativas específicas. Y a partir de la evaluación psicopedagógica a crear recursos que permitan el pleno ejercicio de los derechos en el ámbito educativo, a través de la eliminación de barreras de aprendizaje y participación.

Pero, la psicopedagoga Cristina Tapia, directora de Crecemos, aterriza a la realidad. "Lastimosamente todos los reglamentos a favor de la inclusión se ejecutan mínimamente en la mayoría de instituciones educativas particulares. Son escasas aquellas que hacen un verdadero proceso de inclusión".

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Lo que pasa en las aulas con estudiantes con necesidades educativas específicas

¿Por qué? Cristina Tapia responde que las aulas tienen muchos alumnos, los docentes no están preparados o a veces son inflexibles y se niegan a modificar sus estrategias o formas de enseñar a alumnos. “El Ministerio de Educación busca promover los derechos a la inclusión, pero hace falta mayor control”.

Las dificultades que enfrentan los estudiantes con altas capacidades

Cristina Utreras es madre de Camila y Sofía, de 17 y 14 años. Ambas tienen altas capacidades, la primera ya va en el tercer semestre de Medicina en la USFQ. Sofía está muy interesada en las áreas sociales pues quiere ser abogada o seguir relaciones internacionales, por lo que el año lectivo anterior pasó a un nuevo plantel. Tuvo una pésima experiencia. 

A los 13 años, Sofía cursaba el segundo de bachillerato, luego de tres aceleraciones (saltos de grado), en otro plantel; y pese a la información que los padres dieron al colegio, nunca hubo trabajo de inclusión.

Sofía, como otros chicos con altas capacidades, tiene disincronía en la escritura, un desequilibrio en la psicomotricidad.

Esperamos que el sistema se sensibilice con nuestros estudiantes, implementando un proceso de inclusión, que valore las diferencias, no como una carga o más trabajo.

Cristina Utreras

Red de Padres de Estudiantes con Altas Capacidades

En este año la inscribió en el colegio, en donde la adolescente terminó el preescolar. Esperan que sea un mejor lugar. Todos estos problemas se repiten. 

La Red de Padres de Estudiantes con Altas Capacidades, que reúne a 315 familias, a través de una encuesta, identificó que su principal preocupación es la falta de comprensión y adaptación en el sistema educativo.

La realidad de otras necesidades educativas

Y si eso pasa con quienes aprenden con facilidad, el camino es también duro para quienes tienen necesidades educativas no asociadas a la discapacidad como Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), dislexia, disgrafia, discalculia trastorno del comportamiento y autismo, comenta la psicopedagoga Cristina Tapia. “Sus opciones para encontrar plantas son limitadas”.

Imagen simbólica de adaptaciones curriculares, frente a necesidades educativas específicas.
Imagen simbólica de adaptaciones curriculares, frente a necesidades educativas específicas.Freepik.

Desinterés por hacer adaptaciones curriculares para cada estudiante

Margarita cuenta que cuando su hijo entró al preescolar ya leía, sabía los números y hablaba en inglés. De pronto, al pasar al primero de básico, el plantel de Quito decidió ubicar a todos los niños con necesidades específicas, como su Mateo y también a estudiantes con síndrome de Down, en una sola aula, sin ninguna adaptación curricular.  

En las clases telemáticas, durante la pandemia, la madre detectó que los maestros les decían a todos: “¿qué animalito es este? y ¿qué colorcito tiene?”.

En buena parte de casos, la mayoría de padres huye al saber el diagnóstico; las madres enfrentan solas; además cada terapia cuesta 35 a 40 dólares.

Paulina Haro

Vocera Autismo Visible

”No era una opción seguir pagando por una educación de ese tipo”, afirma. Empezó la búsqueda. No encontró un plantel que integre a un estudiante con autismo. No buscó cupo en la educación fiscal porque los terapeutas le explicaron que estos niños no pueden estar en aulas con muchos alumnos.

EXPRESO buscó una reacción al respecto del Ministerio de Educación, pero no hubo respuesta, hasta el cierre de esta edición. En agosto, esa Cartera emitió una normativa para garantizar el acceso y permanencia de estudiantes con discapacidad en el sistema.

La Fundación Autismo Visible Ecuador, colectivo que trabaja por sus derechos, comentó que en ella no se habla de accesibilidad pedagógica y curricular, reduciendo el concepto a lo físico, arquitectónico y tecnológico.  

“Esta omisión es crítica para estudiantes autistas, cuya principal barrera no está en ingresar al aula, sino en poder aprender en igualdad de condiciones dentro de ella”.

Una de sus voceras, Paulina Haro, lamentó la falta de respuestas integrales del Estado, para esta población.

En los planteles deben hacer adaptaciones curriculares; es un trabajo de equipo con los padres; los DECE tendrían que hacer observaciones en las aulas, pero algunos tienen demasiada carga.Cristina Tapia/ Directora Centro Crecemos

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