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Kangle, 25 anos en la labor de ensamblaje

Kangle, 25 años en la labor de ensamblaje

El guayaquileño Chaffick Chedraui Salomón arrancó su vida laboral desde muy joven, motivado por la industria y el comercio. Pero tras haber laborado 22 años en una empresa plastiquera supo que lo suyo era crear. Fue entonces cuando decidió hacerse camino propio y fundar Kangle, una de las primeras y más innovadoras industrias de ensamblaje que tiene la ciudad.

El guayaquileño Chaffick Chedraui Salomón arrancó su vida laboral desde muy joven, motivado por la industria y el comercio. Pero tras haber laborado 22 años en una empresa plastiquera supo que lo suyo era crear. Fue entonces cuando decidió hacerse camino propio y fundar Kangle, una de las primeras y más innovadoras industrias de ensamblaje que tiene la ciudad.

El reto, cuenta este emprendedor de 62 años, lo inició en 1991 cuando optó por independizarse de la empresa que pertenecía a su familia. Lo hizo importando ropa desde Panamá. Fue en ese país donde se le abrieron las puertas, “donde llegué y por las raíces libanesas que tengo me dieron un millón de dólares de crédito, así, sin conocerme”, recuerda Chedraui. Sostiene que fue esta labor la que más adelante lo llevó a inclinarse también por la importación de línea blanca y, por ende, a conocer el mundo de oportunidades de la industria de ensamblaje, mercado desde donde hoy se sostiene el 50 % de la oferta de su empresa.

La labor de importación no la ha dejado, pero desde hace 20 años le surgieron las ganas de fabricar los primeros ventiladores en el país, pese a la mala fama que siempre ha tenido el producto nacional. Una percepción que poco a poco, dice, ha ido cambiando y que lo ha animado a inyectar mayores esfuerzos para entrar también a la línea de ensamblaje de motos, bicicletas y, desde octubre del año pasado, lavadoras de ropa semiautomáticas, bajo la marca Magic Queen.

En esta labor ya no está solo. Desde hace tres años lo acompaña Tatiana Chedraui, la tercera de sus cuatro hijos que poco a poco se le han unido para fortalecer el proyecto de empresa que creó. Tatiana dice convencida que esta segunda generación viene cargada de innovación. Ella se desempeña como gerenta comercial de esta empresa que recientemente invirtió $ 6’000.000 en una nueva planta para ensamblar lavadoras plásticas, y que, con un costo de $ 200, buscar conquistar el mercado.

La máquina cuenta con un 80 % de componente nacional, dice. “Lo único que importamos son las partes eléctricas, las tarjetas, el cable y las parrillas”. Todo un reto, si se toma en cuenta lo difícil que es conseguir partes y piezas nacionales. En eso, admite ella, ha ayudado la disminución arancelaria que aplica el Estado para las empresas que se esfuerzan por incrementar piezas nacionales. “Eso hace que el costo para producir sea menor y que la gente pueda adquirir también a mejor costo el producto”.

Las metas que se vienen para Kangle son desafiantes. Otros planes que tiene la empresa, sostiene Tatiana, están relacionados al ensamblaje de bicicletas hechas con material de reciclaje y a un plan de internacionalización. Apuntan a Perú y Bolivia para exportar las primeras lavadoras.

Con trabajo y perseverancia, asegura su padre, lo lograrán. Esa ha sido la clave para sostener el desarrollo de la empresa y lo será para diseñar su futuro.