
Junin le ‘saca el jugo’ a la cana de azucar
El Caucho alberga a cerca de mil habitantes, aproximadamente. La sencillez de su gente hace de esta una comunidad en la que el trabajo familiar es valorado más por quienes conocen el esfuerzo para realizarlo.
El aroma a panela y aguardiente se penetra en los paladares de quienes visitan el sitio El Caucho, al norte del cantón Junín (Manabí), un lugar rodeado de cultivos de caña de azúcar, gente amable y rica en agricultura.
Sus carreteras en cortos tramos cuentan con pavimento, aunque en otros conservan esos estrechos caminos de tierra y piedra. Pero eso no les quita la felicidad de continuar elaborando productos con lo que le ofrece la zafra.
Aquí el recordado alfeñique, el aguardiente puro de Junín y la ancestral panela, elaborados con la caña de azúcar de manera artesanal y con hornos de barro prendidos aún con leña, hacen la diferencia.
Dos familias se han entregado por décadas a expender estas delicias. Una de ellas, los Velásquez Cevallos, tiene a la cabeza a don Simón (67), quien día a día, para sacar 100 litros del buen aguardiente, trabaja 8 horas. Desde la madrugada empieza a seleccionar la caña de azúcar para exprimirla e iniciar el proceso para elaborar aguardiente.
“Todos los días hay que recoger tres toneladas de caña dulce y sacar la pulpa con la máquina destructora. Esto tiene un proceso de mucho cuidado, por la medición del grado de alcohol; el extracto de la caña pasa por tres filtros hasta llegar a la gran ‘bestia’, que es la máquina del proceso final de aluminio, barro y ladrillo al destilamiento”, indica Simón.
Selena Cevallos (63), su esposa, agrega que el trabajo es familiar y el producto es repartido en casi todo el país. Cinco de sus hijos se dedican a esta actividad.
“De la caña no se desperdicia nada, lo que queda de lo triturado sirve como alimento para las vacas y los caballos. De estas tierras sale el rico aguardiente o guarapo de Junín”, menciona la mujer.
A 400 metros de ellos se encuentra la familia Reyna Reyes. En una modesta casa rodeada de árboles y en un amplio patio están dos grandes hornos de barro y cuatro maderos con moldes de panela. Ellos se dedican a la elaboración artesanal de este producto.
“Esta es la panela pura. También es medicinal y recetada en heridas para los diabéticos. A diario hacemos de 200 a 300 y solo bajo pedido, porque se necesita de mucha dedicación y acá es muy barata para el tiempo que nos toma elaborarla”, precisa Jacinto Reyes (56), jefe de su ‘clan’.
Él asegura que esta actividad es familiar y que “de generación en generación” la han ido puliendo y mejorando, para no dejarla perder.
Pedro Briones Chávez, quien integra la directiva de El Caucho, indica que el alto costo de la vida en el país -ahora más con las recientes afectaciones por el terremoto que sacudió en especial a Manabí- ha hecho que estas costumbres vayan decayendo y que poco a poco los artesanos dejen de elaborar los productos derivados de la caña dulce. Por ello, han buscado apoyo de las autoridades gubernamentales para crear microempresas que les den valor agregado e interés al esfuerzo de su trabajo. (F)