Los jovenes respondieron
Los jóvenes son una sociedad particular en lo sicológico, cultural, ético y humano. Concentran las mejores, más entusiastas y positivas energías con las cuales cualquier país cuenta para el presente y el porvenir. Como microsociedad, activan diferentes procesos, en marchas estudiantiles, luchas contra dictaduras y totalitarismos, por la defensa de la naturaleza y derechos humanos, la libertad de expresión, etc.
Son un complejo variopinto de diversos matices: conservadores, libertinos, anarquistas, farreros, responsables e irresponsables, auténticos e inauténticos, románticos y prejuiciados, virtuales y reales, estudiantes de ideales y proyectos de cambio personal y social, etc. Son más que un estado de ánimo, edad y espíritu.
Antes del terremoto del 16 nos preocupaban porque iban siendo ganados por la drogadicción, la vida fácil, el vagabundeo y la sociabilidad plástica.
De pronto cambiaron el escenario y la opinión. Los vemos movilizados y partícipes de los eventos de ayuda y solidaridad con los damnificados. Las imágenes de ellos en periódicos y noticieros de TV los evidenciaron como fuerza y energía juvenil que irrumpió para mostrar toda su capacidad de entrega.
En efecto, la juventud ha estado en primer plano de las acciones: voluntarios expresando y activando la solidaridad, cargando, descargando, haciendo kits, yendo a los sitios, repartiendo víveres, agua, etc. Ante los hechos dolorosos y críticos mostró su ser altivo, positivo, dando su vitalidad como punto de apoyo en el momento en que el país los necesitaba, en la tragedia de los hermanos de Manabí y Esmeraldas, etc.
Esa imagen positiva de ellos, vibrante, altiva, solidaria y comprometida con las causas justas es lo que siempre quisiéramos ver en la juventud ecuatoriana.
¡Felicitaciones jóvenes del país! Han estado a la altura de los tiempos, de las demandas y de lo que Ecuador requirió de ustedes. Continúen así, que solo de esta manera seguirán siendo: “Savia renovadora de los pueblos, ignoran la esclavitud de la rutina y no soportan la coyuntura de la tradición. Solo sus ojos pueden mirar hacia el amanecer, sin remordimiento. Es privilegio de sus manos esparcir semillas fecundas en surcos vírgenes, como si la historia comenzara en el preciso momento en que forjan sus ensueños” (José Ingenieros).