Escena. Jorge Guerrero interpretó a Jesús en el viacrucis viviente.

Jesus Mera se ofrecio a cargar la cruz por la salud de su familia

Se tomaron de las manos. Hicieron un círculo y rezaron. Eran 11 miembros del movimiento Juan XXIII, organizadores de la procesión y viacrucis viviente que ayer recorrió varias calles céntricas de Guayaquil.

Se tomaron de las manos. Hicieron un círculo y rezaron. Eran 11 miembros del movimiento Juan XXIII, organizadores de la procesión y viacrucis viviente que ayer recorrió varias calles céntricas de Guayaquil.

Decenas de feligreses partieron pasadas las 10:00 desde la iglesia San Agustín. Uno de ellos fue Jesús Mera. Este guayaquileño se ofreció junto a otras dos personas a encabezar la caminata mientras cargaban en sus hombros la cruz de la iglesia en señal de penitencia. “Vengo para pedir por la salud de mi familia y por la mía. Me operé la rodilla y le pido a Dios que me quite el dolor”, relató el penitente con su rostro enrojecido y visiblemente agotado luego de recorrer casi la mitad del trayecto.

Él se trasladó desde La Garzota, norte de la ciudad, para participar de la caminata que recordó las estaciones del calvario que vivió Jesús desde su juzgamiento, crucifixión, muerte y resurrección. Fue solo. Su esposa y dos hijas participan de otra jornada en la noche en otra parroquia del cantón Durán. Una de sus hijas es parte del coro de esa congregación.

Mera no dejaba la cruz pese a que le ofrecían relevarlo. Caminó mientras a su espalda un coro del movimiento Juan XXIII entonaba cánticos religiosos para acompañar las oraciones de los fieles.

Jorge Guerrero, el feligrés que interpretó a Jesús en el viacrucis viviente, era azotado y vapuleado por otros compañeros que representaban a los guardias romanos de la época.

Cada escena llamaba la atención de los pocos transeúntes y comerciantes que pasaron por el centro de la ciudad. Una fotografía para recordar y una oración para sanar los pecados. AAE