Inversion sinoeuropea desaprovechada

Según el FMI, el crecimiento económico global ha sido “demasiado lento por demasiado tiempo”. Una de las principales razones es la marcada desaceleración del incremento del comercio internacional, que según la OMC este año solo crecerá 1,7 % (mucho menos del promedio del 6,7 % de la década que precedió a la crisis de 2008). Ahora que el comercio por sí solo ya no puede sostener la cooperación global, es hora de complementarlo con vínculos de inversión. En la actualidad, no hay un auténtico marco de nivel global para las inversiones. Pero hace poco el G20 aprobó el primer documento programático del mundo sobre inversión multilateral, titulado Principios Rectores del G20 para las Políticas de Inversión Global. El marco general que ofrece puede ser particularmente valioso para China y la Unión Europea, en momentos en que negocian la firma de un tratado bilateral de inversión (TBI). El TBI sinoeuropeo se basará en otros 26 acuerdos similares entre China y 28 países miembros de la UE, que distan de ser coherentes en cuanto a los requisitos y las restricciones para el acceso a los mercados. Esta falta de uniformidad es uno de los principales motivos por los que China negocia un tratado único: para asegurar que sus empresas tengan el mismo acceso a los mercados en todos los países miembros de la UE y eviten los costos y las complicaciones derivadas de la adherencia a regímenes diferentes. Otro importante aliciente es el acceso a tecnologías avanzadas y a la experiencia en gestión de las empresas europeas. La UE, por su parte, espera que el ingreso de divisas desde China la ayude a impulsar su alicaída economía y prepare el camino para un aumento del comercio. Una de las principales demandas europeas es que el acceso al mercado chino se rija por una lista negativa (excepciones explícitas a lo que de lo contrario sería una apertura total del mercado). Ambas partes tienen mucho trabajo que hacer antes de poder cerrar el TBI. Pero no hay motivos para demorar la ampliación de la cooperación en inversiones. En paralelo, China y la UE deberían apuntar a tres grandes objetivos: proseguir la ejecución del acuerdo alcanzado en 2015 que pide una mejor integración de iniciativas estratégicas fundamentales para cada economía; segundo, contribuir a proteger y desarrollar cadenas de valor globales, que fomenten el comercio internacional y la inversión por medio de la integración económica. Pero algunas fuerzas políticas en Europa (y en EE. UU.) se están manifestando en contra de la integración económica internacional y proponen un regreso al proteccionismo del pasado. Por eso, las dirigencias europea y china deben defender la continuidad de la liberalización del comercio y la inversión, sin importar los desafíos políticos que puedan surgir, particularmente en Europa. Tercero, mientras negocian un TBI, China y la UE deben desarrollar nuevos mecanismos para la financiación de inversiones. Es algo que ambas partes han estado haciendo por separado.

En momentos de desaceleración del crecimiento del comercio internacional, ambas partes deben buscar el modo de aprovechar lo antes posible su inmenso potencial de inversión bilateral.

Project Syndicate