La inseguridad

La inseguridad es un problema que preocupa sobremanera a la gran mayoría de ecuatorianos de toda condición económica y social, razón por la cual exige que de las palabras se pase a los hechos reales. Poco a poco la ciudadanía se está cansando de palabras huecas y vacías que a nada conducen y nada solucionan. Esto es lo que sucede cuando de la inseguridad se trata.

En primer lugar, el Estado debe adoptar una política que responda al clamor ciudadano y no dedicarse solamente a entregar datos estadísticos que apuntan a afirmar que la inseguridad ha descendido en tal o cual porcentaje, cuando la realidad es otra.

Todo efecto tiene sus causas. Y entre las que se relacionan con la inseguridad se destacan la falta de empleo y de trabajo, el tráfico de drogas que prolifera en nuestro medio como consecuencia de la implantación del microtráfico, producto de mentes perversas que deberían decirle a la ciudadanía de dónde sacaron tan “brillante idea”; la corrupción sistémica que ha inundado el país durante estos últimos 10 años. Las causas deben atacarse, en primer término. Para eso se demanda una legislatura que cumpla con su papel de legislar bien. Y una de esas tareas debe ser la de reformar las leyes penales que protegen más al victimario que a la víctima. Por eso debe derogarse, entre otros, el denominado Procedimiento Abreviado que consta en el COIP, que permite que al victimario se le disminuya la pena con solo un “negocio judicial” al que llega con el fiscal para obtener esa “ gracia”, violentando principios inmutables del proceso penal. Estas reformas a hacerse exigen capacidad jurídica en los legisladores, de la que desgraciadamente, muchos de ellos carecen.

Por otra parte, de igual manera, la sociedad debe comprender que es indispensable su accionar permanente. Todos los barrios, ciudadelas y sectores populares deben ser conscientes de la necesidad de agruparse y constituir grupos humanos dispuestos a enfrentar a la delincuencia. Generalmente el que siembra la inseguridad es un cobarde que no puede enfrentarse ante quien le salga al paso.