Indecisos y optimistas

Los encuestadores que preguntan sin miedo, entre una y otra cifra han coincidido, sin embargo, en que más de la mitad de la población votante (que ahora comienza a los 16 años) aún está indecisa, como jovencitas frente a sus pretendientes. Es decir que todavía no han decidido por quién o quiénes votar en los comicios del 17 de febrero. Tal vez, cambiándole una sola palabra al viejo adagio, afirmarían también que “el que vota al último vota mejor”. Es decir que aún no se toma partido en buena parte de la población sufragante, ya por el continuismo o ya por el cambio. Y ello aunque con el criterio de una oposición optimista se pueda pensar que de triunfar Lenín Moreno, las cosas marcharán de diferente manera en Carondelet, aunque tenga que hacerlo a la sombra fidelísima de Glas, su vicepresidente.

Sin embargo, tales consultores de la opinión pública, que trabajan lo suyo entre aciertos y fracasos, coinciden en que el binomio ya proclamado por Alianza PAIS es el que lleva la delantera entre quienes ya han decidido por quién votar. Y han formado toda una escala descendente que tiene, para usar un término hípico, de “placé” a Guillermo Lasso, o sea a renglón seguido de Lenín, y luego a los restantes aspirantes, que hasta ahora suman seis o siete. Pero, precisamente, esa indecisión revelada en las encuestas les permite a los candidatos de cifras bajas esperar que una campaña electoral bien llevada los catapulte al primer lugar o, por lo menos, quedar como finalistas para una segunda vuelta en la que, de seguro, porque “la unión hace la fuerza”, se juntaría toda la oposición sin tomar en cuenta prejuicios de izquierda o derecha, olvidando el viejo cuco del neoliberalismo. Por lo que, al parecer, el binomio verde flex tendría que ganar para seguir en el poder, necesariamente en la primera vuelta.

La actividad política electorera, como casi siempre sucede en tales oportunidades, ha traído variadas sorpresas sobre las cuales ya deberíamos estar curados de espanto. Como el traslado de SUMA desde los territorios de La Unidad a los de CREO. O el giro de Jimmy Jairala que abandonó el oficialismo para apoyar a Moncayo, lanzado por esa izquierda entre indígena, naranja e “infantil”.

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