Inconsciencia y polarizacion

Pareciera que en ámbito mundial no siempre se tiene en cuenta que muchos de los hechos que afectan negativamente al conjunto de la humanidad, son precisamente producto de la acción humana y no un resultado del azar o de las diversas fuerzas de la naturaleza.

La predominante inconsciencia que tal situación presupone involucra otra mayor: la absoluta desconsideración que los sectores que generan dichas acciones tienen con el amplio segmento que las sufre.

Dos ejemplos ilustran elocuentemente ese pesimista punto de vista: el cambio climático y la caída de los precios de algunos productos primarios en los que muchas naciones sustentan su economía.

Por paradoja, y para dar lugar al optimismo, siendo producto de decisiones humanas muchas de las actuales complicaciones, también la firme voluntad humana por superarlas podría cambiar radicalmente la visión del porvenir.

Sin embargo, hay un factor “nuevo” complicando el panorama del futuro posible: la acentuada polarización que es observable desde la llamada célula fundamental de la sociedad, la familia, hasta la del planeta, pasando por ciudades y naciones.

Ingenuo sería desconocer el rol que el conflicto y la división de los criterios tienen en el desarrollo de la sociedad. El disenso es un factor de progreso y la búsqueda de consenso como fin en sí mismo puede dar lugar a unanimidades impuestas pero, ocurre que precisamente quienes aparentemente más han luchado por la libre expresión de las distintas visiones políticas, económicas, sociales o culturales que pueden darse sobre el planeta, una vez lograda la toma del poder adoptan posturas homogenizadoras, cultivan la creación de pensamiento único.

De allí que sin rehuir el debate, enriquecedor cuando está orientado al mejoramiento por vía de la reflexión, cabe tomar recaudo de los riesgos de una polarización exacerbada que dará lugar a derrotados y victoriosos, a un trágico juego suma cero que a poco, será observado como victoria pírrica por quienes presuman de haberlo ganado.

La paz social requiere acuerdos y el acuerdo solo es posible cuando ninguna de las partes contendientes se siente dueña de la razón, propietaria exclusiva de la verdad que, aunque deseable en su búsqueda, no es fácilmente asequible. Por supuesto, en la base de esa ansiada paz debe estar la justicia.