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La huella

Parece que supones que no te has ido. Crees que sigues manejando el país desde esa adhesión demencial de creerte un dios, que sabe todo y exige sumisión ciega. Tal vez vengas otra vez, vestido con alguna ideología que hable de paz y amor. No nos asombrará, las sombras siempre se visten de oveja. Eso lo veremos luego; hoy, estamos ocupados, limpiando la mesa sucia que dejaste.

Dejaste a Jorge Glas, tu compañero, quien debería irse por algo de dignidad y respeto al cargo. Quien en el ejercicio de sus funciones debió, según la Constitución, hacer lo que le ordenaste. Nos preguntamos qué tipo de órdenes le diste para el manejo de su política en los sectores estratégicos y con Odebrecht. Tal vez esa inteligencia que usaste para perseguir a quienes te cuestionaban hoy lo sigue a él. Quién sabe y se aplica eso de que el mundo es redondo.

Nos dejaste una irresponsable deuda, una Contraloría cuestionada y acusada de recibir dinero, un fiscal que se calló ante muchas denuncias y que hoy pueden denunciar cómo y de qué manera le entregaron efectivo. Nos dejaste un defensor del pueblo ciego, sordo y mudo. Una justicia que le debe mucho a los derechos humanos.

Nos dejaste a tu amigo Lenín Moreno, quien no quiere ser tu esclavo, pero quien vio, durante mucho tiempo, cosas y calló. Quien oficialmente reconoce como positivo lo que pasa en Venezuela y quien no le pide la renuncia a Glas. ¡Tantas otras cosas sobre lo que no estamos de acuerdo!

Sin embargo, es un gobierno de transición, para salir de ti, para limpiar la mesa de los trozos que quedan de Alianza País, que nunca fue un movimiento político libre, sino tu secta. Una mesa que no quisiste enfrentar por la crisis ni la corrupción de tantos funcionarios. Pero es una mesa liderada por quien ha invitado a todos, así se piense distinto, sin insultos.

De las huellas torcidas que deja la pezuña del odio y corrupción, estamos aprendiendo. Por ahora, trataremos de limpiar lo que se pueda.