Honestidad: ser y no parecer

Los funcionarios estatales deben administrar dineros ajenos, es decir laborar cada día con finanzas públicas y el solo hecho de apropiarse de las mismas no es solo un delito sino, además, una traición visible.

A medida que transcurren los años vemos que siempre sucede lo mismo y que da la impresión de enfrentar la mentira y la habilidad engañosa de quienes difícilmente cumplen con la ética y una buena costumbre que hoy es exenta de cumplimiento cual es la necesidad de laborar con pulcritud en el manejo de la cosa pública. La honestidad es una virtud escasa, pero sería necesario que los electores se fijen en aquellos que no solo parecen sino que son honestos.

Eduardo E. Jiménez