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Hechos, no palabras

Desde que el Presidente Moreno asumió el poder y reveló que la “mesa” no estaba servida como había manifestado el expresidente Correa; desde que no interfirió en la justicia para impedir o trabar las delaciones del caso Odebrecht que pusieron temporalmente tras las rejas al Vicepresidente de la República; sin olvidar las denuncias de presuntos actos de corrupción y los aproximadamente 800 casos de abusos sexuales a menores; hechos que fueron cubiertos de “secretismo” por el “correato” y que al desbordar toda medida de lo inimaginable; hicieron que el Presidente Moreno acogiendo el clamor ciudadano, las sacara a la luz pidiendo que sean investigados y sancionados los culpables. Desenmascarada la farsa de la “década ganada”, Correa desde el ático se declaró opositor de Moreno lanzando la “cruzada” para defender la Revolución Ciudadana y sus principios.

Se inició la pugna por el dominio del movimiento político y la supuesta defensa de los “principios de la Revolución Ciudadana”. ¿Principios?, ¿cuáles principios? La defensa de la corrupción, el abuso y las violaciones a menores son apología del delito.

Disputar el control de un movimiento político que ha pasado a ser sinónimo de corrupción, no tiene sentido, ni guarda coherencia para quien manifiesta combatirla. Deshágase de los equipos de servidores incondicionales a Correa, escoja a los hombres y mujeres más capacitados en las diversas ramas y especialidades, sin importar del sector que vengan; solo así podremos salir del atolladero económico y social en el que nos dejó Rafael Correa. Demuestre así que su accionar guarda coherencia y sincronía con su discurso, diluyendo los rumores de que la “pelea y división” no es más que teatro.

Recuerde que al hambre y a la necesidad les interesan las soluciones, no las ideologías, ni partidos o movimientos políticos.

En lugar de disputar el liderazgo de Alianza PAIS, haga que quienes se enriquecieron o permitieron que otros se enriquezcan, ante la justicia y el pueblo, rindan cuentas. Y, no cuentos como los sábados de la década engañada. Hechos, presidente, no palabras.