Guerra comercial contra los pobres

Los aranceles al acero del presidente de EE. UU. Donald Trump aumentan la posibilidad de una guerra comercial. La UE advierte que tiene todo un arsenal para responder y China amenaza con “una respuesta justificada y necesaria”. Economistas, políticos y figuras públicas han expresado su preocupación por la amenaza de barreras comerciales que siguen la política de ojo por ojo; nuevos obstáculos al libre comercio nos llevan en la dirección equivocada y socavan la mejor oportunidad que hay para transformar las vidas de miles de millones de las personas más pobres del mundo y obtener beneficios que valen millones de millones de dólares cada año. Un comercio más libre tiene costos y los efectos negativos a menudo se han concentrado en industrias y regiones geográficas donde la fabricación puede ser más costosa y menos eficiente que en otros países. Pero donde hay libre comercio los consumidores encuentran una variedad mucho más amplia de productos, a precios más baratos que los que cualquier país podría producir por sí solo. Esto alivia la presión inflacionaria. A nivel mundial, el libre comercio es, de lejos, la herramienta de desarrollo más poderosa jamás concebida: reduce las disparidades de ingresos. El informe de 2015 de la Casa Blanca halló que una disminución de 10 % conduce a una caída de 1 % en la brecha salarial entre hombres y mujeres, y la reducción de aranceles acorta las brechas salariales basadas en raza y estatus migratorio. La mayor apertura al comercio se asocia con menores tasas de mortalidad infantil y mayor esperanza de vida, sobre todo en países en desarrollo. Con el tiempo, permite a los trabajadores cambiar a industrias más eficientes, a salarios más altos, a mayor inversión en infraestructura y a una economía más dinámica. El libre comercio sustenta el crecimiento económico: más millones de personas son sacadas de la pobreza. Algunos temen que los beneficios lleguen únicamente a unos pocos oligarcas pero una investigación del Banco Mundial ha mostrado que cuando las economías crecen, los ingresos de los hogares pobres aumentan en proporción directa al crecimiento general del ingreso. En los últimos 20 años la proporción de población mundial que vive en pobreza extrema se ha reducido casi a la mitad. El libre comercio logra más beneficios que cualquier medida, programa o proyecto por sí solo en cualquier lugar. La verdadera tragedia es que nos estamos alejando de un futuro más libre y próspero. La investigación encargada por Copenhagen Consensus concluye que completar la Ronda de Doha de negociaciones mundiales de libre comercio reduciría el número de personas que viven en pobreza en 145 millones en 15 años y haría que el mundo sea $11 millones de millones más rico. Tres quintas partes de esta riqueza se destinarían a países en desarrollo. Los gobiernos deberían gastar más ayudando a los perdedores de los acuerdos de libre comercio con capacitación laboral y asistencia social de transición. Mas, despotricar sobre el libre comercio es lo suficientemente popular como para que la administración Trump comience a erosionar una de las mejores políticas de desarrollo posibles. No se debe permitir que pérdidas relativamente pequeñas y corregibles superen a los enormes beneficios que el comercio aporta.