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Guayaquil y la region

La racionalidad involucrada en la planificación regional es inapelable. Está impuesta por la geografía y tiene ventajas tan ostensibles como las derivadas de la economía de escala. Entonces, también debería serlo su aplicación práctica. Por supuesto, ello requiere superar viejas y obsoletas maneras de conducir a las administraciones locales. Incluso las que se consideran exitosas deberían asumir que podrían avanzar, a mayor ritmo que el actual, si abandonando prejuicios se deciden a trabajar en conjunto con las entidades territoriales aledañas y a su vez estas entendieran la magnitud de los beneficios que pueden obtener en alianzas de interés común. Por supuesto, dichas alianzas, imprescindibles para reactivar la economía, son acciones impostergables en los días que corren y en los que vienen y deben igualmente acoger las consideraciones ambientales y las propias del altamente requerido desarrollo social, tal cual la generación de empleo para que los pobladores más pobres se ganen su pan con dignidad, sin depender de los subsidios que pronto serán impagables por razón de una crisis fiscal que parece, por razones de mal entendidos intereses políticos, no se podrá enfrentar como es debido.

Así, es desde la región como territorio del desarrollo que debe de enfrentarse el porvenir.