Guayaquil y la libertad

Octubre es histórico: tiempo sociopolítico de libertad. De “esta Aurora gloriosa que anuncia libertad, libertad, libertad”. Momento decisivo del pasado. Evoca múltiples relatos historiográficos que deben permanecer vivos en la memoria social de los guayaquileños, pues Guayaquil palpita con intensidad en este, su mes. Siempre será más que un mes calendario. Es conciencia social, cívica y política de sus integrantes.

Es que este mes no recordamos un simple acontecimiento político. El 9 de Octubre de 1820 se producen y transmiten los latidos y sentidos de la Patria chica, de esa que aportó y se sacrificó para que la Patria grande sea posible. Es un momento sociotemporal en el cual, en ese ayer, se concreta un proceso de ruptura e independencia sociopolítica. En ese pasado, que es presente, están las huellas, signos y evidencia de cuánto y cómo la consigna de Guayaquil por la patria, que surgió del pensamiento de Olmedo, significó mucho más que lo que ella expresa. En efecto, no fue solo un eslogan de guerra y combate para aglutinar múltiples fuerzas sociales y cristalizar un anhelo y una búsqueda deseada por todos: la libertad. Por eso se llegó a constituir en el más alto paradigma sociopolítico, mediante el cual los guayaquileños aportaron, con recursos, sacrificio, dolor y muerte. Queríamos compartir la conquista de la libertad con nuestros hermanos serranos.

Ese proceso y acontecimiento histórico de octubre de 1820, no es resultado de la llegada de tres bravos y valientes soldados venezolanos ni de la conspiración insurgente decidida en la Fragua de Vulcano. Estaba antes, y vivió su efervescencia el 9 y los días siguientes, pero continúo sosteniendo una lucha sin tregua para crear libertad, tanto en la patria chica como en la grande. La consigna movilizó a todos para cristalizar la libertad como un valor histórico; evidencia, sin egoísmo, de que la independencia la compartiría con los ciudadanos interandinos. Expresa que un día, de ese ayer, se creó esa triada estructuradora de la vida política y cívica de Guayaquil: libertad, independencia y autonomía. Desde ahí hasta hoy son principios, sonidos y latidos de la piel, el espíritu y cuerpo social de los guayaquileños.