
Gabriela Wiener, periodista que juega con los limites
La periodista de gonzo peruana visitó Guayaquil para la III edición de la Feria del Libro en Guayaquil.
Gabriela Wiener empezó su carrera profesional como periodista de cultura a finales de los años 90 en un periódico, y poco tiempo después hizo crónicas para la revista Etiqueta Negra. La peruana confiesa que en este medio comenzó sus escritos en primera persona, y a partir de ahí eran historias en las que ella se iba metiendo y participando.
En sus inicios como periodista, esta peruana realizaba entrevistas a artistas y escritores, pero decidió dar espacio a su voz y así es como inició de manera intuitiva, un periodismo gonzo.
“Los temas que hago son porque me interesan, son cosas que quiero vivir”, explica Gabriela, quien está de paso por Guayaquil, participando en la Feria Internacional del Libro (FIL).
Su toque es la conexión personal íntima con los temas que trata. Siempre le ha interesado escribir historias que tengan que ver con la intimidad de la gente, la sexualidad, el cuerpo, relaciones... siempre con un enfoque de género.
Wiener considera que no parte de lo que llama “turismo aséptico” ni la “distancia irónica”. Es decir, se embarra, porque así se siente parte de la historia. La empatía que establece con sus entrevistados es lo más importante, por eso reconoce que empieza hablando de ella cuando quiere que alguien más se abra.
Una de las experiencias que más ha marcado su vida ha sido escribir ‘Se dice de mí’, su último libro en el que entrevistó a un exnovio que le rompió la nariz. “Fue una experiencia bastante oscura, porque él no reconoció su machismo; dijo que se había equivocado, pero que no le parecía que yo lo utilizara para mi ‘cruzada feminista’”. Al trabajar en este escrito, volvió en ella el miedo y la inseguridad. Sin embargo, pudo reafirmar la importancia de mostrarle al mundo el sentido de escribir historias como estas para que no queden en la impunidad.
Gabriela juega con los límites, pero considera que lo difícil de este trabajo no es qué tan lejos vayas o no en una historia, sino la exposición personal. “Todo el mundo me conoce porque mi vida está en los libros, mi literatura tiene mucha performática, es decir a pecho abierto”, expresa. Ha escrito sobre sexo, la familia, maternidad, madurez, la vejez e incluso la muerte. Menciona que “son cosas cosas que viene en el pack de la vida y también vienen en mi escritura. Cada nueva experiencia hace aflorar una nueva escritura”.
La visita a una de las cárceles más peligrosas en Perú fue una de sus experiencias “más tremendas”. Se hizo pasar como novia de uno de los presos de la cárcel de Lurigancho, para hacer una crónica sobre los tatuajes que tenían los reos. Reconoce que luego pensó “Dios, que osada”, pero no se arrepiente.
Nunca ha recibido amenazas de muerte, pero sí ha sido insultada a través de redes sociales. “Me dicen fea, negra, india, que hablo huevadas, que escribo mierda... Lo típico, misoginia, discriminación, cosas con las que uno crece en Lima desde que eres niño”.
La vida, literatura y periodismo de Gabriela Wiever están ligadas. A veces vive algo y lo escribe, otras escribe algo y luego lo vive, o deja de vivir para escribir y viceversa. Todo está interconectado; para ella, se complementan, son una sola.
Es clara en lo que dice y lo que quiere, se presenta al mundo como una persona crítica y a pesar de los rechazos que pueda recibir, para ella “ya casi no duele”.