Sobre final de guerra en Siria

En una reunión reciente con la canciller alemana Angela Merkel, el presidente ruso Vladimir Putin expresó, repentinamente, su esperanza de que la UE ayude a reconstruir Siria para que sus desplazados puedan iniciar el regreso. Sus diplomáticos rusos han promovido el mismo mensaje en las capitales europeas, pues ahora que el régimen de Bashar al-Asad recuperó la mayor parte del territorio, la guerra civil en Siria muestra signos claros de estar llegando a su fin, aunque hubo momentos en que su ejército estuvo muy cerca de colapsar. Solo la ayuda crucial de milicias con respaldo iraní y el apoyo aéreo ruso permitieron a Asad voltear la situación. En tanto, los intentos estadounidenses de establecer una oposición armada “moderada” tuvieron pocos resultados, fuera de dar a las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG) el control de la franja lindante con Turquía en el norte del país. Lo único que resta ahora es destruir el último enclave de Al Nusra en Idlib y negociar algún tipo de acuerdo entre las YPG y Asad. Este ha sobrevivido a un costo alto (pérdidas de vida humana y física). Más de la mitad de los sirios se convirtieron en desplazados internos o tuvieron que huir a países vecinos o a Europa. Gran parte de la infraestructura de Siria yace en ruinas y la economía está destruida por los efectos directos del conflicto y sanciones impuestas. Los responsables de esta tragedia son el régimen de Asad y sus valedores rusos e iraníes “que combatían al terrorismo”, como si eso excusara los métodos indiscriminados y el desprecio de vidas de civiles. Los cálculos más recientes del BM sobre el costo se acercan a $ 400. 000 millones; otros prevén que llegará a un billón de dólares, sin los costos humanos. Rusia no tiene intención de sufragar ni siquiera una pequeña parte de los gastos. Al parecer, el Kremlin no se considera en modo alguno obligado a reconstruir las ciudades y la economía que sus bombas destruyeron. EE. UU. tampoco no se muestra muy interesado en ayudar. La semana pasada canceló $ 230 millones destinados a la reconstrucción de Al Raqa y otras zonas, y pretende que sea Arabia Saudita quien se haga cargo. La retirada de EE. UU. explica el repentino interés de Putin en discutir con los europeos los padecimientos de los refugiados sirios; no pensó en ellos cuando las bombas rusas caían en sus vecindarios. Ahora quiere que Europa dé ayuda financiera a Asad y se muestra compasivo. No se sabe si Asad quiera que los sirios desplazados regresen, pues parece aprovechar la situación para remodelar la composición étnica y política del país. La nueva ley pone a los refugiados un plazo de un año para reclamar propiedades antes de que el Gobierno las confisque, y más requisitos pensados para que las autoridades sirias puedan negarle el regreso a cualquiera. Asad declaró que “las empresas rusas tendrán trato preferencial para la reconstrucción”. Por eso es mejor que los europeos den apoyo financiero directo a las familias que quieran volver a Siria, antes que a Asad. Asimismo, la UE no debe levantar las sanciones mientras no haya un acuerdo político creíble entre el régimen y las fuerzas de la oposición. ¿Será posible? La incapacidad de Asad para revivir a Siria lo volverá vulnerable, igual que hace ocho años su negativa a aceptar reformas políticas. Europa no tiene motivos para salvar a Asad de este dilema.