Colaboración. A pesar de los controles, solo el 50 por ciento de los eventos se descubre. Por eso, el Cabildo solicita a los afectados que denuncien los casos.

Las fiestas clandestinas, un ‘boom’ en el norte porteno

Ocurrió el pasado mes de abril. El hermano de una modelo fallecida en trágicas circunstancias anunció la celebración de una ‘rave’ (fiesta de música electrónica) en una mansión alquilada de Los Ceibos. Al parecer, se lanzó a este negocio ilegal después

Ocurrió el pasado mes de abril. El hermano de una modelo fallecida en trágicas circunstancias anunció la celebración de una ‘rave’ (fiesta de música electrónica) en una mansión alquilada de Los Ceibos. Al parecer, se lanzó a este negocio ilegal después de que las autoridades le clausuraran un bar, donde algunos clientes supuestamente “vendían drogas”.

Pero Renato Coello, especialista municipal de Control de Centros Nocturnos, llevaba semanas rastreando las redes sociales. Y dio con la convocatoria. “Evento que encontraba, evento que cerraba”, relata a EXPRESO.

Un día antes de la fiesta, Coello selló el inmueble, cuyo propietario recibió una multa de 10.000 dólares, la más alta hasta la fecha (la cuantía puede alcanzar los 34.000). Pero el promotor decidió trasladar la ‘rave’ a otra vivienda. Porque quienes se dedican a este ilícito cuentan “con una estructura, con una base de propietarios colaboradores”. Y cuando supo que lo habían descubierto de nuevo, volvió a probar suerte en una tercera de Sauces. A las 18:00 del sábado, el técnico averiguó la ubicación e intentó disuadir a la dueña.

“Le avisé de que recibiría la máxima sanción si acogía el evento. El organizador consiguió mi número de celular y me mandó varios mensajes, alegando que la casa era de una tía suya. Pero la fiesta no se celebró. Y el joven dejó la actividad”, rememora.

Aunque hace diez años se realizaban matinés en residencias de Los Almendros, sur porteño, los eventos clandestinos en mansiones y villas alquiladas del norte guayaquileño proliferaron en 2015, cuando se produjo “el ‘boom’” de un fenómeno que cobró especial auge el año pasado. Tal y como desveló ayer este Diario, varios moradores de Los Ceibos, el sector más afectado, han presentado denuncias ante el Municipio.

Además de matrimonios y celebraciones de quinceañeras, florecieron las fiestas electrónicas, otras para roqueros e, incluso, las que sirven como escaparate de reguetoneros locales. La cocaína, la marihuana, el LSD y las drogas de diseño a menudo acompañan al trago en estas reuniones multitudinarias (en 2016, la Policía Nacional desalojó cinco en Los Ceibos, donde casi todos los asistentes eran menores de edad).

Hoy, quienes rentan sus inmuebles por una noche en el norte, cuyos precios oscilan entre los 800 y los 1.200 dólares, tienen un público muy definido: personas de clase media alta o adineradas. Por eso los promotores buscan viviendas, a veces deshabitadas, que dispongan de piscina.

Tanto el dueño como el eventual inquilino “pueden ganar mucha plata”, pero tienden a convocarlas “cada tres o cuatro semanas” para no llamar la atención en exceso. Eso sí, los propietarios suelen poner una condición: si se personan agentes de las fuerzas de seguridad, la celebración debe terminar inmediatamente y de manera pacífica.

Quizás por eso los desalojos y clausuras se hayan efectuado hasta ahora “sin grandes tensiones”. Y eso que desde 2015, los técnicos del Cabildo, en colaboración con la Policía Nacional, han intervenido en diez casas de Guayacanes, Urdesa, Los Ceibos, Bellavista, Urbanor, vía a la costa o la Alborada.

Así que los organizadores rara vez cuelgan ya la ubicación de los eventos en las redes sociales, como hacían hasta hace poco. En sus páginas de Facebook, donde exhiben los carteles, se limitan a publicitar la fecha de la fiesta. La última que aparece en una de las más conocidas data del 1 de enero. Y estaba previsto que tuviera lugar en Salinas. No había más datos. “Poco antes del evento, difunden un número de celular, al que hay que llamar para confirmar el sitio”, subraya Coello.

“Nos parece una tomadura de pelo. Hay personas que tienen los inmuebles improductivos y buscan sacarles provecho, pero violan las normas y alteran la paz. No solo generan ruidos, sino que los exteriores de las casas se llenan de vehículos, los vecinos no tienen cómo acceder a sus garajes, pueden producirse riñas, hay insalubridad y aparecen roedores... Pero el mayor problema es el riesgo de un accidente o desgracia”, apostilla Xavier Narváez, director de Justicia y Vigilancia.

Algunas claves

1. PERMISOS: Al ser inmuebles de uso residencial, los dueños no pueden obtener permisos para legalizar estos negocios clandestinos, a diferencia de lo que sucede con los salones de eventos o centros de ocio nocturno.

2. OTRAS ZONAS: Este fenómeno también se da en terrazas y casas pequeñas del sur y el suburbio. Pero las fiestas suelen promoverse en lugares apartados, donde la detección resulta más complicada.