
Familia adopta a familia
El plan del Gobierno es impulsar casas de acogida para los damnificados mientras se reconstruye a las ciudades afectadas por el terremoto. A mediados de esta semana, el ministro del Interior, José Serrano, informó que inclusive se está pensando en impl
Un aprendizaje mutuo. Eso es lo que viven una familia quiteña y sus nuevos integrantes: una madre y sus tres hijos, quienes perdieron todo en el terremoto que afectó a Pedernales.
La historia empezó cuando Alexandra Cárdenas llegó con su familia, a la denominada zona cero. Fue con víveres para los damnificados del sismo de 7,8 grados de magnitud. Ahí se le metió en la cabeza que su ayuda debía ir más allá.
Pensó, entonces, en dar vivienda a una familia desamparada. Debía ser una madre soltera con tres hijos. No más. Ni menos. De inmediato, en medio del caos que vivía el poblado, se corrió la voz y apareció el nombre de alguien que cumplía el requisito: Alexis Rojas.
El problema era que nadie conocía si ella y sus hijos sobrevivieron al movimiento telúrico. Solo se sabía que la casa que habitaba estaba en ruinas.
Con las comunicaciones caídas, se hizo una búsqueda en cada albergue hasta que el sábado, una semana después del terremoto, la encontraron en un refugio, sola y desorientada.
Por seguridad, había enviado a los niños con algunos familiares, lejos de la zona que no paraba de temblar.
Ahora, Alexis ya está en Quito. Más calmada, contó a EXPRESO que se salvó de milagro. Ella trabajaba en uno de los tantos hoteles que se derrumbaron en el balneario. El día del terremoto su turno terminó a las 18:15. Cuarenta minutos después la estructura colapsó y mató a varios de sus compañeros.
Con cuatro días en la capital, los 2.800 metros de altura sobre el nivel del mar y el frío intenso han sido los mayores obstáculos en la adaptación de esta familia. Asimismo, la comida y los nuevos sabores han resultado una novedad, especialmente para los niños.
Alexis supera estas dificultades con la solidaridad que ha recibido desde que llegó a Quito. Pediatras, ginecólogos y odontólogos se han acercado para ponerse a las órdenes.
También ha llegado comida, ropa y útiles escolares para sus hijos: una niña de diez y un varón de siete años. Ellos en los próximos días acudirán como oyentes a una escuela, para no perder clases.
La más pequeña, de un año y ocho meses, juega con las muñequitas que han sido enviadas por los vecinos y otras personas que se enteraron que están en la ciudad. “La solidaridad con mi familia ha sido algo que jamás esperé”, dijo Alexis.
Pero la familia de Alexandra -su marido y tres hijos- también está aprendiendo cosas que van desde ajustar el presupuesto, convivir con el ruido que hacen más niños, hasta lo relativo que puede ser el tamaño de las cosas.
“Uno de los temores que teníamos es que el espacio que tiene la casa les resulte muy grande. Pero un día el hijo de Alexis nos dijo algo que nos puso a pensar: le daba pena que viviéramos tan encerrados”, contó Alexandra.
“Mi niño caminaba todas las tardes solo dos cuadras hasta llegar al malecón de Pedernales. Ahí se encontraba con sus amiguitos y jugaban por mucho tiempo en la extensa playa, sin ninguna restricción”, justificó Alexis.
Esta familia damnificada aún no se ha puesto a pensar sobre su futuro. Alexis Rojas no sabe si volverá algún día a la playa o buscará suerte en otro lado. Por ahora no tiene trabajo, el hotel en el que laboraba desapareció. Además, todo dependerá de la ayuda que obtengan los pobladores de Pedernales para reconstruir el 80 % de viviendas que fueron afectadas por el fuerte sismo.