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La falsa conspiracion

En el tranquilo barrio de Chevy Chase, las historias enrevesadas de conspiraciones, oscuros secretos y hasta tiroteos suelen ser episodios salidos de las páginas de los libros que vende una de las librerías de referencia de Washington, Politics and Pro

Washington. La policía cerró la calle y convenció al hombre que en el restaurante no funcionaba ninguna red de pedofilia ligada a Hillary Clinton.

En el tranquilo barrio de Chevy Chase, las historias enrevesadas de conspiraciones, oscuros secretos y hasta tiroteos suelen ser episodios salidos de las páginas de los libros que vende una de las librerías de referencia de Washington, Politics and Prose. Pero la ficción ha pasado a ser realidad solo unas puertas más abajo, en la pizzería Comet Ping Pong. Un individuo entró el domingo en el restaurante armado con un rifle de asalto. Alegaba que quería “investigar” una teoría conspiratoria falsa sobre el local, constantemente repetida en las redes sociales, sobre una presunta red de pedofilia ligada a la candidata demócrata, Hillary Clinton.

El incidente se ha convertido en una muestra de las posibles consecuencias fatales de la diseminación de noticias falsas por la web. Una tendencia que ha tenido un fuerte impacto en la pasada campaña electoral, apoyada incluso por el círculo del candidato republicano y ahora presidente electo, Donald Trump, y que ya ha llevado a los dos gigantes de Internet, Google y Facebook, a tomar medidas para frenarlas.

Unos carteles pintados a mano y con mensajes de apoyo decoraban el lunes la puerta del restaurante, que permanecía cerrado. El local, que tiene varias mesas de ping pong y un futbolín, es muy popular entre las familias del barrio. Pero en las últimas semanas el ambiente ha estado muy alterado, producto de la oleada de noticias falsas de las que ha sido víctima.

Bajo la etiqueta #PizzaGate, en las redes se repetían falsas historias que afirmaban que su dueño, James Alefantis, dirigía una red de pedofilia en la que estaban involucrados Hillary Clinton y su jefe de campaña, John Podesta, conocido de Alefantis y cliente ocasional del restaurante. Todo empezó cuando la plataforma WikiLeaks publicó un nuevo paquete de correos electrónicos pirateados de Podesta en los que aparece Alefantis en relación con la posibilidad de celebrar actos de recaudación de fondos para la candidata demócrata en su local. Varios medios y redes sociales ligados a la ultraderecha empezaron a difundir falsas noticias sobre la red de pedofilia que afirmaban se dirigía desde el restaurante.

Las amenazas, incluso de muerte, no tardaron en llegar contra Alefantis y sus empleados. También otros comercios del bloque, como un café aledaño y la propia Politics and Prose, punto de encuentro habitual de este acomodado barrio profundamente demócrata situado en los límites de Washington, recibieron amenazas anónimas. Eso llevó a varios empresarios locales a acudir a la policía y al FBI para ver cómo se podía frenar el acoso que sufrían, explicaron los dueños de la librería, el experiodista de The Washington Post, Bradley Graham y su mujer Lisa Muscatine, que le escribía los discursos a Clinton cuando esta era todavía primera dama.

“Nuestra gran preocupación era que algo como esto pudiera pasar, que lo que eran amenazas verbales escalara y se convirtiera en algo físico y mucho más peligroso”, dijo Graham.

Sus temores se hicieron realidad el domingo, cuando Edgar Madison Welch, un hombre de 28 años, de Carolina del Norte, entró en el local con un rifle de asalto con el que efectuó varios disparos. Tras su detención, el hombre declaró, según el informe policial, que “había ido al restaurante a investigar por sí mismo el ‘Pizza Gate’ (una teoría conspiratoria online ficticia)”.

Lo volvió a confirmar cuando el lunes compareció por primera vez ante un juez. Según explicó, había leído en Internet que el restaurante “albergaba a niños esclavos sexuales”. Welch dijo que quería comprobarlo personalmente y rescatarlos si hacía falta. Cuando vio que “no había prueba alguna de que hubiera menores alojados en el restaurante”, se entregó pacíficamente.

Alefantis dijo, en un comunicado, que el incidente “demuestra que promover teorías conspiratorias falsas y temerarias tiene sus consecuencias”.

Y “hasta que el ‘Pizzagate’ demuestre ser falso, seguirá siendo una historia.