La etica, esa materia de relleno

Hay un clamor en las sociedades occidentales por la pérdida de la dimensión ética de sus gobernantes. Los casos de corrupción no son, por desgracia, exclusivos de los países latinoamericanos o africanos, sino que estallan en todas partes. Pareciera haber una pérdida del sentido ético que iguala lamentablemente a las democracias que alcanzaron su institucionalización como a las que todavía se debaten por conseguirla. Simultáneamente, ocurre en las universidades y en los colegios que las materias de pensamiento y de formación son excluidas sistemáticamente de los programas de estudio, en nombre de un pragmatismo que ignora el problema de la realización de los seres humanos como tales.

En nuestro medio, una de las más formidables catapultas para atacar a las materias de pensamiento y de ética es negarles valor “a priori”, declararlas “de relleno”, inútiles por tanto. Lo dicen muchos estudiantes y los padres de familia, pero lo repiten también, penosamente, algunos planificadores educativos y responsables de los programas académicos. Hay una especie de síndrome de eficientismo operativo que confunde los estudios con la entrega de recetas “para aplicar” en lo que se supone será la realidad. “¿Para qué me sirve esto?”, se convierte en el juicio del que depende la vida o la muerte de la formación.

Ciertamente, muchas de las cátedras de ética y de pensamiento no han estado a la altura de la exigencia de los tiempos. Ni la ética en su acepción griega ni la moral en la latina equivalen a un recetario de principios y peor aún de normas, ni por supuesto a un aburrido recorrido por las diferentes escuelas, recorrido que termina además confundiendo.

La ética, sea en su acepción de lo que es justo hacer o de lo que debe hacerse para alcanzar la armonía consigo mismo y con el mundo (una traducción libre de la “eudaimonía” aristotélica), requiere estar instalado en el tiempo, dando cuenta de los problemas que atraviesan las personas y las sociedades.

No es una “materia de relleno” sino tarea de testigo, cuestionamiento del tiempo que ha tocado vivir.

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