La esperanza
Es conocido el sentido del humor que practica el presidente Lenín Moreno y no ahora que ejerce la primera magistratura del Estado, sino de mucho antes. Casi desde siempre sus respuestas oportunas y sus comentarios chispeantes han hecho reír a muchísimos ecuatorianos.
Reunido en una visita con el presidente del Perú en Ciudad Trujillo, el mandatario peruano se lamentaba de la corrupción que hay en su país y se sentía muy apenado porque incluso a causa de ella un expresidente se encuentra preso. Moreno hizo una acotación diciendo que nosotros no tenemos ningún presidente preso pero que no perdemos la esperanza.
En el país hay 9 expresidentes que viven todavía. Ellos son Hurtado, Borja, Bucaram, Alarcón, Mahuad, Noboa, Gutiérrez, Palacio y aquel que se siente un enviado del paraíso, es decir quien gobernó este país durante casi una década, dejándolo en la más triste situación, tanto moral como económica.
Con el comentario humorístico que hiciera Lenín Moreno ninguno de los 8 expresidentes se sintió aludido. Quien tomó el guante fue Correa y respondió con su estilo ríspido y agresivo, llamando al presidente Moreno traidor y refiriendo un pasaje de la alegoría griega en la cual un ingrato delator señala un camino secreto a los adversarios a cambio de una recompensa.
En la década de su gobierno el país se llenó de su cólera, de su odio, de su revanchismo y ahora que está fuera del poder, viviendo en la lejana Bélgica, quiere seguir hundiendo a la República en el insulto, en la agresión, sin más motivo que una simple referencia a su mandato o a su nombre. Felizmente, como dice el refrán, no hay mal que dure 100 años; el que soportamos no pasó de una década y seguramente ahí terminará porque cuando se procese la consulta popular el país entero votará porque se derogue esa perversión que trató de hacer que Correa se convierta en presidente vitalicio.
De vez en cuando, con alguna frecuencia, seguiremos escuchando los burdos insultos de quien no supo manejar el país y lo hundió en una crisis de la cual está saliendo con muchas dificultades y en la que faltan los dineros que se despilfarraron por todas partes para crear con ello una corona para la cabeza de un megalómano.