Si escucha gol, piense en Alvez

El juego puede ser analizado desde tres puntos de vista: la fidelidad a un estilo (jugar con una idea definida), dominar a través de la posesión del balón y la cantidad de llegadas. Y es que hay jugadores complementarios y jugadores que se neutralizan.

Arreaga actúa con la espalda perfilada hacia su arco, donde el cómplice táctico es Aimar. Es capaz de interpretar el desarrollo del partido para no ser sorprendido porque, si está hipnotizado, solo con el balón se inhibe, se aparta del juego. Intuye y achica la zona al máximo, sobre todo, en el área penal sin dejar ángulos libres para la finalización del rival.

El once canario está lleno de pequeñas sociedades, para manejar desmarques, cambiar de altura o rotar para confundir a los oponentes. Velasco amplía la cancha y genera espacios para que los volantes, por el eje, puedan recibir libres.

Cuestionan a Díaz su “falta de movilidad”; no siempre hay que moverse para recibir la pelota, a veces depende de la fluidez del equipo para encontrar el pase. Damián busca el lugar idóneo para recibir.

Es mejor un equipo ordenado y no mecanizado. La mecanización elimina responsabilidades. Barcelona ataca más tiempo de lo que defiende. Cuanto más rápido recupera la pelota, más posesión tiene.

Ha mejorado el avance gradual. La profundidad de los extremos organizando el juego. El criterio de los mediocentros en la entrega de balón y engaño colectivo. Se distrae más al adversario.

La figura excluyente es su ariete terminal. Álvez remata desde donde no se puede, ni se debe, por la distancia que lo separa del objetivo o lo cerrado del ángulo de disparo. Aunque la lógica y la simetría dicen que no se puede o debe lanzar, la pelota aparece dentro del arco.