Actualidad

Equidad de medios

Si llegó con polémica, era inevitable que su reformulación estuviese aderezada con una chispa igual de candente. La Ley de Comunicación se utilizó en el régimen anterior para cercenar el periodismo y abonó para un contexto informativo casi mudo. Salvo excepciones como la valentía demostrada por este Diario, que aprendió a desvelar prácticas corruptas en un lenguaje inocuo en términos legales.

Ahora, por fin, se retoma la agenda legislativa para reconfigurar una ley censora de la información. Es promesa electoral del Gobierno y de su oposición, por lo que no debería haber demorado tanto el trámite. Pero la vuelta a la actualidad ha llegado con nuevos viejos roces. El debate ya superado en otras regiones del globo que pretende equiparar profesionalidad a titulación se enreda otra vez con dimes y diretes que responden a intereses distintos al de poder informar. No se confundan. La información no pierde si los profesionales no están titulados. La información pierde si quienes la ejercen no están preparados. Unos se capacitan con títulos, otros en el extranjero y otros con la práctica. Así que lo único cierto es que exigir un título equivale a eliminar opciones de tener periodistas preparados y las reduce a una sola.

Pero ese debate eclipsa otro. Uno mucho más importante. Y es el de la supervivencia de los medios. Se han demonizado las fuentes de ingresos de los medios de comunicación, ignorando que hay una crisis global de financiamiento contra la que las grandes cabeceras han ideado fórmulas creativas. En España, Unidad Editorial, editora del diario El Mundo, ha duplicado sus ingresos en el negocio de las apuestas deportivas. Es una rama de la empresa que, llevada con transparencia, contribuye a mantener a flote todo, incluido, el sueldo de los periodistas que garantizan la información a los españoles.

Aquí, no hay más opción que dedicarse, en el plano económico, a la información, a sabiendas de que cada vez hay menos personas dispuestas a pagar por ella. Eso es avocar a los medios a su desaparición. A ciertos medios, claro. Sería deseable que la reforma a la Ley de Comunicación garantice equidad de medios. De medios de supervivencia. Que las condiciones sean iguales para todos, para los que tienen inversiones extranjeras o en la banca o en un surtido de negocios paralelos. Porque está visto que, pese a la restricción de la ley, esta no se ha aplicado con equidad.