Equidad e inteligencia

El Grupo de Diálogo Rural, al cual pertenezco, lleva años advirtiendo que “el crecimiento de la pobreza rural era una bomba de tiempo: la pobreza rural ha subido del 35 % en 2014 al 43,8 % a junio de 2019, casi 9 % más, y a este paso que nadie se sorprenda si a fin de año es del 45 %”. Lo que hemos sentido los últimos diez días de vida en el Ecuador es el grito de angustia de la población rural que dice a través de sus indígenas, ya basta.

Que las huestes del socialismo internacional, Rusia, Cuba, Venezuela, Nicaragua, las FARC y nuestro propio verdugo de la revolución ciudadana hayan aprovechado ese grito de angustia para su propia agenda desestabilizadora, es cierto, pero no es lo que origina el nivel de inequidad que viven nuestras poblaciones del agro, frente a los niveles de bienestar de las ciudades medianas y grandes del país. Lo que quiero decir es que por más que se logre contener la crisis institucional que hoy estamos viviendo, si el problema de fondo no lo hemos resuelto de una forma creativa y con soluciones reales, vamos a tener episodios similares a menudo. ¿Hemos comparado el acceso de educación, salud, vivienda, vías, servicios, que tenemos en las ciudades con lo que viven día a día nuestros campesinos?

Claro que una pregunta es, ¿dónde estuvo la inteligencia militar y policial en estos siete meses en que se lograron infiltrar los mercenarios internacionales en los movimientos indígenas? ¿Por qué no se activaron las alarmas tan pronto escucharon que, ante el aviso del acuerdo con el FMI, la respuesta en el mes de marzo de los movimientos indígenas fue amenazar con un levantamiento en octubre? ¿Qué hacían los de inteligencia que no había un plan de contención que hubiese evitado ponernos en la situación de caos que hoy nos rodea? Las autoridades nos deben muchas respuestas, pues si no podemos contar con ellos debemos saberlo para poder asumir sistemas propios ciudadanos. Quizás llegó el momento de que seamos los no políticos, la sociedad civil, la empresa privada, quienes asumamos la redefinición del modelo de desarrollo que queremos tener. Allí el reto.