Ante la presión, el control. Ramiro González es más que el fundador de Avanza. Ha sido su cara más pública. Su presidente. Y aspirante a la reelección. Su puerta de entrada a La Unidad. Y también su puerta de salida.

Esa historia, tras diez meses de negociaciones que han terminado por fundirse una semana antes de la inscripción de candidaturas, no solo genera consecuencias fuera del partido.

La formación acudirá a la renovación de su directiva nacional este domingo, donde una reelección de González resulta previsible, según sus colaboradores. Pero también las críticas.

Sobre los hombros de González pesan las negociaciones de una alianza frustrada que, según los cálculos de su directiva, significaban la posibilidad numérica de 10 a 13 escaños. Hoy esos números se reducen dramáticamente: entre dos y tres o cinco y seis, según los distintos cálculos.

La todavía denominada segunda fuerza electoral del país, luego de colocar más de 40 alcaldes en las seccionales de 2014, queda entonces en la encrucijada del ahora qué.

En el partido, hay quienes pugnan desde hace 15 días por un acercamiento tardío con el Acuerdo Nacional por el Cambio. De hecho, el círculo íntimo de González da fe de una reciente comunicación entre este y Paco Moncayo, presidenciable por esa coalición. Una información descartada por el despacho del general.

En la última opción, la más difícil, Avanza tendría que jugársela en solitario. Sin un presidenciable, ante un país partido a coaliciones, el partido de González, quien no pudo ser contactado por este medio, tiene por delante una decisión que significa la vida misma del movimiento. Muchos, entre los que se cuenta el secretario general, John Argudo, anuncian la posibilidad de saltar de un gigante en caída libre.