Enclaustramiento boliviano

Tras la Guerra del Pacífico (1879- 1883) y el Tratado de 1904, Bolivia perdió 129.000 km2 de territorio. De ellos, 400 km lineales eran de costa, quedando enclaustrada al perder su salida al mar. Esto llevó al presidente boliviano Evo Morales, hace cinco años, a presentar ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya una demanda para que se obligue al Estado chileno a negociar un acceso soberano de Bolivia al océano Pacífico. Al crearse las Naciones Unidas se erigió como principio supremo de la convivencia entre Estados “la resolución pacífica de las controversias”. Por ello era lógico suponer que si una de las partes se mostraba renuente a negociar una solución, aunque fuere parcial, del conflicto, y si esa renuencia o demora perjudicaba especialmente solo a la otra, debería la primera ser obligada a negociar un arreglo que ponga término al conflicto. De allí que ha resultado decepcionante y aun extraño el fallo del Tribunal de La Haya a la demanda de Evo. Luego de tardar cinco años, ha resuelto que “la República de Chile no está obligada jurídicamente a negociar un acceso soberano al océano Pacífico para el Estado plurinacional de Bolivia”, aunque en su parte final recomienda a las partes “continuar su diálogo” en un “espíritu de buena vecindad”. El fallo es asépticamente “jurídico y procedimental”, pero no entra al más ancho ámbito de la “justicia”, como debió hacerlo un máximo tribunal de justicia, tal cual es la CIJ de La Haya. La “justicia” exigía ir más allá que simplemente consagrar un derecho de “conquista” territorial chileno; exigía “ecuanimidad” en la resolución, lo que está en la base de una relación verdaderamente respetuosa entre dos Estados, con mayor razón si históricamente uno es el agredido y otro el agresor. Eso por lo menos obligaría a Chile a negociar un estatus parcial sobre la franja costera de la que despojó a Bolivia con su acción guerrerista. Pero Chile es un país de mayor desarrollo económico que Bolivia, y en lo político está en la línea de la derecha triunfante y prepotente que integra el Grupo de Lima, mientras que Bolivia es un país de menor desarrollo, con numerosa población indígena y bajo un régimen socialista, minoritario en América Latina, y presidido por Evo, altivo y digno siempre. Aunque la dignidad no produzca réditos.