Arte Silvio Solórzano ubica una de las copas mexicanas en exhibición, sin dejar de hacerle los últimos retoques.

Elegancia y utilidad, las claves de las monturas

La crianza de caballos de distinta procedencia; nacional, peruana, colombiana y mexicana entre otras ha motivado que varios talabarteros elaboren monturas según la raza del equino.

La crianza de caballos de distinta procedencia; nacional, peruana, colombiana y mexicana entre otras ha motivado que varios talabarteros elaboren monturas según la raza del equino. Silvio Solórzano y otros artesanos trabajan diversos tipos de monturas, entre nacionales y extranjeras, dependiendo del gusto del montuvio ecuatoriano.

La tradicional de vaquería, Galápagos, Tereque, Tucumán, Copa mexicana y la americana son algunas de las que elaboran en sus fábricas artesanales.

Una de las diferencias más notorias que se registran entre los aficionados a los caballos de cantones rurales con los citadinos es que prefieren vestir al caballo con artículos y apliques de plata, sumados a todos los accesorios necesarios, tanto para protección del animal como para la comodidad del jinete.

Habiendo nacido en el campo del Litoral, desde pequeño observó lo que significaban los equinos en la vida de los montuvios. Su padre se dedicaba a la actividad de confeccionar monturas, esto marcó para Silvio Solórzano, oriundo de Calceta, Manabí, su principal motivación para aprender el mismo oficio y continuar con la tradición.

Engalanar al caballo es para el montuvio parte de su esencia, pese a que la costumbre de galopar por los campos va desapareciendo con la invasión de las motocicletas al sector rural, los pocos fabricantes artesanales de monturas son asediados por sus clientes.

Solórzano, que tiene su fábrica en Quinindé provincia de Esmeraldas, las confecciona desde rústicas y de estilo antiguo hasta más elaboradas y engalanadas con apliques, es un artista de la madera de mango y la talabartería.

Son modelos personalizados en los que el cliente puede poner su nombre o el nombre de la hacienda en el cuero. En muchos casos son copias de las monturas extranjeras, menos la tereque que es de estilo nacional.

Para la base de este producto utiliza fustes de material plástico, esta es el soporte donde se aplica el cuero, utilizando además errajes y remaches de aluminio. En época antigua utilizaban clavos colocados de forma rústica.

Elabora mensualmente entre 30 a 40 armaduras, una de cuero solicitada por pedido toma alrededor de una semana, las de madera se demoran 1 día.

Cuenta con dos costureros y dos cortadores, además de monturas, elaboran varios accesorios para engalanar al caballo.

Viaja de Santo Domingo a Quinindé frecuentemente entre semana, recorre a la vez varios cantones entregando sus productos. Desde Salitre recibe órdenes de pedido de tres talleres que se dedican a esta actividad y que complementan su trabajo con los acabados de Solórzano.

Según Agustín Macías, talabartero del cantón Colimes, provincia del Guayas, existen modelos de monturas de diferentes países, acordes al origen de los caballos importados que existen en el país, como colombianos, mexicanos y peruanos, sin embargo el montuvio colimeño prefiere la tradicional de madera de mango para su corcel criollo.

Según el artesano, ellos no cuentan con una Asociación de Talabarteros, pues considera que son muy pocos los que quedan trabajando en esta actividad.

“Nuestro trabajo colabora con el rescate de la cultura montuvia, en mi cantón ahora se ven menos motos, se está retomando la utilización de los caballos, en cada cantón hay dos grupos de caballistas que siempre los representan en las cabalgatas”, acotó Macías. (F)