Editorial: Los indigenas en Guayaquil

Calmados los ánimos luego de más de 12 días de alteraciones del orden que dejaron el saldo trágico de varios muertos, decenas de heridos y centenares de detenidos, la calma vuelve al país y a la tan esperada normalidad, que ojalá no se vuelva a interrumpir.

Las pérdidas materiales son multimillonarias no solo para el Estado, sino también para la empresa privada, que ya estaba sufriendo un año de bajos ingresos. Se espera una recuperación precisamente cuando se vive el último trimestre que, por tradición, es el mejor del año ante la cercanía del llamado “Black Friday” y, luego, la época navideña y de fin de año.

Dirigentes de las comunidades indígenas de la Sierra y la Amazonía han tenido, como pocas veces, un papel preponderante, a tal punto que las máximas autoridades encabezadas por el jefe de Estado, debieron citarlos a su despacho provisional buscando una solución en tan difíciles momentos.

Es digno de anotar la actitud de muchos indígenas que viven en Guayaquil y que -según estadísticas- llegan a 31.531. La mayoría de ellos ha preferido, más bien, trabajar y evitar alborotos, sino buscar cómo darles buena educación a sus hijos, dejándoles una vida sin mayores necesidades.