Rescate. El Antisana registra alta actividad científica para salvarlo.

Ecuador se lanza al rescate del Antisana

Esta semana se anunció la constatación de una sospecha de larga data: el Antisana sufre directamente los efectos del cambio climático.

Arriba, como tocando el cielo, aparece imponente el Antisana, un majestuoso volcán que corona un páramo de la Sierra ecuatoriana, que guarda en sus entrañas lo que antaño fueron copiosos humedales, que ahora lucen, a manera de cicatrices, canales abiertos por el hombre para drenar el agua y facilitar el pastoreo.

Más de cuarenta canales recorren un humedal de 14 hectáreas a 4.100 metros de altitud en el área de conservación hídrica del Antisana, situado a menos de una hora de Quito, en lo que antes eran haciendas ganaderas.

Pero la historia se repite en unas 30 hectáreas a los pies del volcán potencialmente activo, situado en la cordillera ecuatoriana, donde el belga Bert de Bievre, secretario técnico del Fondo para la Protección del Agua (Fonag), llega al extremo de hablar de “exhumedales”.

En el sector -antaño pantanoso- ahora incluso se puede caminar sin problema, pues durante décadas (no se sabe cuántas), ganaderos drenaron el agua a través de canales.

Si bien se conocía de la otrora práctica común de los ganaderos de drenar los humedales para evitar que las vacas se ahoguen, solo el sobrevuelo de un dron, a finales del año pasado, reveló la densidad de las heridas que dejó la mano del hombre.

En medio de un intenso viento frío, Bievre explica animado que las rústicas tablas, colocadas a presión, contienen el agua parcialmente, pues permiten un paso controlado del líquido con la intención de recuperar el nivel freático en todo el sector para volverlo nuevamente un pantano inaccesible en “pocos años”. El asunto requiere paciencia. El Fonag monitoreará qué ocurrirá con el líquido cuando se restauren los humedales. Entre tanto, en agosto colocará diques en la zona alta del humedal y se prepara para intervenir otros con diferentes técnicas, pues las zanjas son mucho más anchas y profundas en el Antisana, de 5.758 metros de altitud, que ve derretir su glaciar por efectos del cambio climático.

EFE