Elecciones. Alejandro Domínguez ocupaba el cargo interino en el organismo por Napout. Ayer en los sufragios fue respaldado.

Las dos monedas de Grecia

opinión internacional

Imagine que un depositante en el estado de Arizona (EE. UU.) solo esté autorizado a retirar pequeñas cantidades de dinero semanalmente y que confronte restricciones relativas a la cantidad de dinero que pueda enviar a una cuenta bancaria en California. Tales controles de capital marcarían el fin del dólar como moneda única (estas restricciones son totalmente incompatibles con una unión monetaria).

La Grecia de hoy (tal como ocurrió con Chipre en el pasado) se muestra como un estudio de caso sobre cómo los controles de capital bifurcan una moneda y distorsionan los incentivos empresariales. Una vez que los depósitos en euros son encarcelados dentro de un sistema bancario nacional, la moneda se divide básicamente en dos: euros en bancos y en títulos valores (euros BE), y euros libres (euros FE). Repentinamente, surge un tipo de cambio informal entre estas dos monedas. Considere un depositante griego dispuesto a convertir un monto grande de euros BE a euros FE (por ejemplo, para pagar gastos médicos en el extranjero, o para pagar una deuda empresarial a una entidad no-griega). Asumiendo que tal depositante encuentre a alguien que posea euros FE y que dicha persona esté dispuesta a comprar sus euros BE, surge una significativa tasa de cambio entre euros BE y euros FE, que varía de acuerdo con el tamaño de la transacción, la urgencia que tienen los poseedores de euros BE, y la duración esperada de los controles de capital.

El 18 de agosto de 2015, unas semanas después de cortar el oxígeno a los bancos de Grecia (y hacer que los controles de capital sean inevitables), el Banco Central Europeo y su filial griega, el Banco de Grecia, en la práctica, formalizaron un régimen cambiario de doble moneda. Un decreto gubernamental estipuló que “se prohíbe las transferencia para prepagos tempranos, parciales o totales de un préstamo en una entidad de crédito, excluyendo el reembolso en efectivo o vía remesa desde el extranjero”. Así, las autoridades de la eurozona permitieron que los bancos griegos nieguen a sus clientes el derecho de reembolsar préstamos o hipotecas en euros BE, con lo que se impulsó un tipo de cambio efectivo entre euros BE y euros FE. Y, al continuar permitiendo que el pago de impuestos atrasados se realice en euros BE, mientras que se estipula que el euro FE, en su calidad de moneda independiente, más dura, es la única capaz de extinguir deudas en bancos comerciales, las autoridades de Europa reconocieron que ahora Grecia tiene en los hechos dos tipos de euros. Los efectos reales de esto pueden escudriñarse solo en la interacción perniciosa entre los controles de capital y las “reformas” (aumentos de impuestos, reducciones de pensiones y otras medidas contractivas) impuestas al país por las autoridades de la eurozona. El único propósito de los controles de capital impuestos a Grecia fue forzar a que el Gobierno rebelde del país capitule y acepte las políticas fallidas de la eurozona. Una consecuencia no deseada fue la formalización de la existencia de dos monedas paralelas. En combinación con la tributación punitiva causada por la negativa de Europa a reconocer la insostenibilidad de la deuda pública griega, el régimen de doble moneda produce incentivos no vislumbrados para que se lleven a cabo transacciones informales, en un país que necesita desesperadamente derrotar a la informalidad.

Project Syndicate