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Dos futuros diferentes

si la economía se evalúa con resultados numéricos no deben existir interpretaciones disímiles. Para unos Ecuador nunca antes en su historia ha estado mejor: economía sana, notable crecimiento de la clase media, disminución de los pobres, uso óptimo de los recursos del Estado, comercio exterior en crecimiento, excelente manejo del presupuesto estatal, envidiable administración del endeudamiento interno y externo, etc. Otros, con las cifras producidas por el Banco Central y ministerios, llegan a diferentes conclusiones: economía en severa recesión, reflejada en despidos de trabajadores, aumento del desempleo y subempleo, disminución de depósitos y préstamos, caída de la recaudación del IVA, disminución del comercio exterior, fuerte caída de ventas, descenso de la construcción, disminución del turismo interno, etc. ¿Cómo los mismos números pueden producir dos realidades tan diferentes? En lo cualitativo también hay dos visiones. Para unos el Ministerio de Relaciones Exteriores hace excelente gestión, es enorme el prestigio de Ecuador en el concierto de naciones, el modelo de desarrollo social y económico es admirado por gobiernos extranjeros, los servidores públicos son honestos y eficientes, hay absoluta libertad de prensa, total armonía en la sociedad ecuatoriana, tráfico de droga controlado, los resultados son superiores a los obtenidos durante la permanencia de la base estadounidense en Manta, etc. Para otros, se han cometido errores en política internacional, la corrupción está en niveles nunca antes vistos, la sociedad está polarizada, los traficantes de droga han convertido al país en lugar de paso, etc.

No compartir una visión del desempeño de la economía y demás evaluaciones cualitativas conduce a una situación que podría tener terribles consecuencias. Cuando se cae muy abajo, recuperarse es tarea colosal. Quien ha vivido esas experiencias traumáticas lo conoce muy bien.

Dice un viejo adagio: se conoce a un buen capitán de barco cuando enfrenta una tormenta, evita el hundimiento y salva vidas. Antes de probar su capacidad, el capitán tiene que estar consciente de que hay una tormenta.

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