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El dificil control del transito

S abemos que los vigilantes de tránsito deben pasar por un gran trance cuando dirigen la circulación de vehículos y peatones. Deben pasar largas horas, en el caso de Guayaquil, bajo el incesante sol y muchas veces sin una botella de agua que les aplaque la sed. Y es por eso que, sin pretender justificarlos, muchas veces dan órdenes incorrectas que pueden motivar accidentes. Me tocó la semana pasada a la salida de un colegio en Samborondón cuando un vigilante me decía que avanzara; y el otro, que permaneciera detenido. Si le hacía caso al primero podía haber ocasionado un accidente porque afuera del plantel los vehículos circulaban.

José A. García