Hasta el año anterior, en este caserío mantense no ocurrían hechos relacionados al narcotráfico.

Un desierto de ojos y manos

Solo 14 guardias custodian por turnos las 700 hectáreas, rodeadas de cerros y un bosque, donde debería estar la Refinería del Pacífico. Se teme un repunte del narco.

En El Aromo, ya nadie deja las puertas sin seguro, ni se detiene a hablar con extraños. Antes no era así. Hasta el año pasado, en este caserío mantense no pasaba nada. Los días se repartían entre la pesca y la agricultura, y los vecinos se detenían a conversar en los portales. En un poblado de menos de dos mil personas, no hay sorpresas.

Al menos, así era hasta el 1 de abril, día en que la Policía Nacional detuvo a ocho personas y evidenció el escape de una avioneta en los terrenos de lo que iba a ser la Refinería del Pacífico, ubicada a pocos kilómetros del poblado.

Pero las cosas empezaron a complicarse mucho antes, y con esa noticia, todo empezó a cobrar sentido. La casa de acopio de cocaína hallada en enero, la lancha decomisada hace un mes que iba cargada hasta la coronilla de droga, los extraños sonidos de avionetas que de vez en cuando perturbaban el sueño y las fincas, compradas por misteriosos propietarios a los que nadie ha visto. “Qué nos íbamos a imaginar que eso estaba pasando aquí. Nosotros somos gente tranquila, nos prometieron que con la refinería vendrían obras, progreso. ¿Cómo íbamos a pensar que esto era lo que se venía?”, subrayó José Delgado, presidente de la comuna.

Y es que, desde la liquidación del proyecto emblemático de la Revolución Ciudadana, nadie volvió a preocuparse de las 700 hectáreas de terreno aplanado que quedaron a espera de un futuro uso. El Ministerio de Energía y Recursos no Renovables, custodio de la enorme planicie, licitó la supervisión del mismo a la empresa Sepribe Cia Ltda por un valor de $ 1’503.959.

¿Pero se monitoreaba todo el terreno? No. Consultado por EXPRESO, la cartera estatal indicó que el contrato contemplaba “verificar, permitir, registrar o impedir el ingreso de personas ajenas en áreas de propiedad” y la realización de “recorridos periódicos en territorio por parte del administrador de Contrato y el administrador de Campamento”.

La ‘refinería’ está rodeado por cerros y por el bosque protegido de Pacache. ¿Qué tan fácil es entrar sin ser detectado? A pie, difícil pero no imposible. “Esta zona antes era solo bosque, entonces la gente sí entraba a cazar, cosas así. Si uno conoce, se puede acceder, pero no es tan fácil”, explicó Jefferson Rugel, morador de Bajos de la Palma, el poblado más cercano desde la zona de Montecristi.

Pero para Alfonso Vélez, fiscal que atendió el intento de detención de la avioneta, es poco probable que los capturados hayan ingresado a la zona sin alertar a los custodios. “Es casi imposible que una Ford F150 haya logrado colarse sin ser detectada. No hay rutas de esa dimensión en los alrededores”.

Este Diario decidió comprobar la veracidad de esta afirmación. A lo largo de dos días recorrimos senderos alternos en auto y a pie para intentar ingresar a la zona sin pasar por los controles. Fue imposible. Abismos, bosques y la falta de caminos dificultaron el proceso.

Al preguntarle a moradores por rutas alternas, la mayoría dijo no conocer ninguna. Timoteo Viteri, respondió con una carcajada. “La más simple es ir al ingreso que está por El Colorado (Montecristi) y darle a los guardias para las colas”.

Y su versión, aunque jocosa, no es del todo imposible, pues, tres de los ocho detenidos, son guardias de la empresa Sepribe Cia Ltda.

Ahora, con las evidentes fallas de la supervisión a cuestas, el Ministerio de Energía y Recursos no Renovables, planea mejorar los controles. “Estamos realizando todas las gestiones para contar con mayor seguridad en la zona, incluyendo patrullajes en la vía operativa y el terreno”, señalaron.

Pero sin duda será un trabajo arduo, pues las detecciones de actividades ilegales en Manabí se han vuelto frecuentes. En marzo, un mes antes de la detección de la avioneta, otra aeronave se estrelló cerca de Montecristi. Y a esto se suman cifras y dificultades en la detección aérea (ver subnota).

La Armada indicó que, producto del ‘Plan de Seguridad y Protección de los espacios Acuáticos’, y a través de monitoreo marítimo y aéreo, en la zona de Manabí y Santa Elena, en 2018 se detuvo a siete embarcaciones por narcotráfico.

En El Aromo, lo que queda de esta experiencia es la zozobra. “La Policía nos dio un código de emergencia, pero no los hemos vuelto a ver en estos días. Lo que queremos es que esta zona no se haga zona de narcos”, agregó consternado el dirigente de la comuna.

Y mientras se define el funcionamiento de los nuevos controles en el terreno, el ministerio apura sus planes para dotarlo de nueva vida con un proyecto energético y otro alimentario. Pero, como en el caso de la fallida refinería, están los planes, pero no las fechas.

Radares insuficientes y falta de información afectan controles

Vigilancia, pero a media llave. Y es que, aunque el país cuenta con radares primarios, la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE) admite que cerca del 10 % del territorio nacional escapa a sus sensores. El altercado en los terrenos de la refinería dejó al descubierto esta falencia, y otras más.

La principal: el radar primario colocado en esta zona costera tiene treinta años de antigüedad y se encuentra “degradado”, según comentarios emitidos por Oswaldo Jarrín, ministro de Defensa. En 2015, tras una compra fallida a la empresa china CETC Internacional, el país adquirió cuatro nuevos equipos a la empresa española Indra. Este número, no obstante, difería en los diez que realmente había solicitado la FAE para poder cubrir la totalidad del territorio. Los equipos están en total funcionamiento desde hace un año, pero tampoco son impenetrables.

A esto se suma la gran cantidad de pistas no controladas en el país, que según la entidad suman 2.500.

En los últimos nueve años se han capturado igual número de avionetas en Guayas, Santa Elena, Los Ríos y Manabí. En esta última provincia, en 2017 se detuvo una avioneta en Bahía, antes de que despegara. Los dos últimos incidentes, en cambio, han sido seguidos. El primero se registró en marzo de este año, en la zona de Río Bravo, Montecristi, cuando una avioneta ilegal se accidentó y la policía logró capturar a los pilotos que la manejaban y una amplia carga de cocaína. En el caso más reciente, la avioneta logró escapar.

El país también cuenta con nueve radares secundarios, estos a cargo de la Dirección de Aviación Civil (DAC) y que sirven para controlar el tráfico aéreo. No obstante, la información entre ambos sistemas de control no está interconectada y el intercambio de datos entre la FAE y esta entidad se hace a base de pedidos de información y no a través de un sistema compartido.